Manuel de Diego Martín
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21 de enero de 2012
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La Iglesia celebra hoy el “Día de la Infancia Misionera” y lo hace con el siguiente lema: “Con los niños de América hablamos de Jesús”. En los tres últimos años la campaña se ha fijado en los niños de Asia, África y Oceanía. Este año mira a los niños de América y el próximo se fijará en los niños de Europa.
El objetivo de esta jornada es despertar en los niños el espíritu misionero; dicho de otra manera, que los niños lleguen a ser misioneros. Con frecuencia te ocurre que al preguntar a los niños de catequesis o en las clases de religión: ¿Qué es un misionero, qué hace un misionero? Enseguida levantan manos por aquí y por allá y responden: los que ayudan, los que dan de comer a los pobres, los que se van lejos, los que llevan la paz. Tienes que decirles que todo esto está muy bien, pero estas cosas las hacen muchas gentes y no por eso los llamamos misioneros. Y por fin, alguien te dice: pues el que enseña a otros a conocer a Jesús. ¡Bravo!, le respondo, tú has dado en la diana.
Hay que recordarles que todo lo que han dicho antes es verdad. Un misionero que va a los países más pobres del mundo, no puede por menos que ayudar con todas sus fuerzas para que aquellas gentes tengan comida, medicamentos, escuelas… Pero para los misioneros la tarea más importante es enseñarles a conocer a Jesús.
Hace más de cien años un obispo de Lyon decía a unos niños: Vosotros podéis ayudarme a salvar niños en China. Y le preguntaron ¿cómo? Pues rezando cada noche un avemaría por los misioneros, y sacando algo de vuestras huchas para ayudar a las misiones. De esta manera nació esta realidad tan hermosa como es Infancia Misionera.
En aquellos tiempos ser misionero era irse a países lejanos, y los niños no podían ayudar más que con oraciones y limosnas. Pero hoy el Papa nos habla de la Nueva Evangelización, Esto significa que ahora tenemos que ser misioneros también aquí, en nuestros pueblos, porque ya muchos niños no conocen a Jesús. Junto a los niños cristianos se sientan en las aulas otros niños que no han sido bautizados, a quienes nunca les hablaron de Jesús. Los niños misioneros son aquellos que intentan hacerse amigos de todos, sean blancos, negros, vengan del norte o del sur todos son sus amigos. Y cuando venga la oportunidad, de una manera amable y cariñosa, un niño puede hablar a otro de Jesús. ¡Qué hermosura ver a un niño que habla a otro de Jesús!
El niño misionero también se da cuenta de que en un mundo en el que hay tantos niños que mueren de hambre, Jesús les llama a ser generosos, solidarios, nunca pueden egoístas y caprichosos. El niño misionero es aquel que sabe romper sus huchas para compartir lo suyo con los más pobres. Es lo que hizo Jesús, y él quiere hacer lo mismo.