Antonio García Ramírez
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11 de febrero de 2024
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El excluido viene, se acerca. En el caso de hoy se trata de un leproso. En el evangelio se distinguen las escenas en las que Jesús va o se dirige hacia algún lugar o persona y otras como la de esta curación en la que es el afectado el que viene y se acerca a Jesús. Pienso que esta dinámica sigue ocurriendo. Los excluidos siguen presentándose ante nosotros. Piden, unos humildemente otros con exigencias, ser atendidos. Desempleados, inmigrantes, drogodependientes, niños de la calle, enfermos incurables, personas con discapacidad… todos vienen a nosotros, se acercan en la calle o en los informativos o en las redes sociales. No solo están en el mundo, sino que vienen a nosotros.
Ante esa realidad podemos juzgar y responder de manera pesimista, justificando que los problemas psico-sociales no tienen remedio. Que no se puede hacer nada, que todo está determinado, que los de arriba no arreglan las cosas… y más frases hechas y repetidas. Sin embargo, hay otro tipo de respuesta. Imitando a Jesús, se puede decir: quiero, queda sano. Milagro maravilloso es la voluntad de ponernos en acción. Implicarnos ante las dificultades propias y ajenas. Comprometernos en el mundo como la levadura en la masa, ser fermento de esperanza en medio de los apuros que soportan tantos hermanos nuestros. Luego vendrán los mayores o menores logros, pero lo primero es querer salvar. Poner en movimiento la voluntad.
Cuando Jesús despide al leproso y lo dirige hacia el sacerdote del templo de Jerusalén, lo que está haciendo es reinsertarlo en la sociedad. Aquella sociedad como la nuestra está legislada y para ayudar verdaderamente a alguien es necesario que haya leyes que amparen a los desvalidos. Desgraciadamente nuestra sociedad muchas veces se caracteriza por los muros y divisiones sociales. Barreras altas para los que ya estaban en riesgo de exclusión. Por ello, la Iglesia, que predica el evangelio inclusivo debería aparecer en el mundo como instrumento vertebrador, siempre dispuesta a acoger y acompañar procesos.
Antonio García Ramírez
Párroco de San Isidro de Almansa