Manuel de Diego Martín
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3 de septiembre de 2011
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Ayer celebrábamos los sesenta y un años del nacimiento de la diócesis de Albacete con la entrada de su primer Obispo D. Arturo Tabera y Araoz. Así pues quedaba constituida la nueva diócesis por un gran número de parroquias que procedían de la diócesis de Cartagena, otras nueve sitas en la zona de la Manchuela que venían de Cuenca y una, Caudete, desmembrada de la diócesis de Orihuela. En 1966 se incorporaron el resto de parroquias de la provincia que aún pertenecían a Toledo. Desde este momento provincia y diócesis de Albacete formamos una sola unidad territorial.
Es un momento de gozo celebrar este acontecimiento. Somos la diócesis de Albacete. Como se dice desde el Vaticano II, la Iglesia local, presidida hoy por el Obispo D. Ciriaco, en la que se hace presente la Iglesia universal. Así pues es un momento de gozo y de acción de gracias.
El otro día, en Madrid, en la homilía de la Misa en Cuatro Vientos, el Papa Benedicto decía a los jóvenes entre otras cosas que para crecer en la amistad con Jesucristo, debían reconocer la necesidad de vivir la vida cristiana en una gozosa inserción en las parroquias, comunidades y movimientos de sus Diócesis. Nadie puede vivir su vida cristiana en solitario, pues al final esta vida se debilitará o terminará por desaparecer. Así pues vemos cómo el Papa nos recuerda cómo debe ser la vivencia que debemos tener de nuestras parroquias y también el sentido de nuestra diócesis.
La Diócesis de Albacete está puesta bajo la mirada de nuestra Señora de los Llanos. El próximo jueves celebraremos la fiesta del nacimiento de la Virgen María, ella que es la gran protectora de nuestra diócesis desde su mismo nacimiento. Y con esta fiesta de la Virgen nos llega la gran feria de Albacete. Y es que la Feria de Albacete también nació bajo la mirada de la Virgen María.
No nos queda más que pedir al cielo que tengamos felices días de fiesta, días que nos ayuden a todos a vivir como ciudadanos del mundo, hospitalarios y acogedores con todos los que vengan hasta nosotros. A la vez, los que somos seguidores de Jesús dentro de la confesión católica, no olvidemos que somos Hijos de la Iglesia personificada en nuestra joven diócesis de Albacete.