Manuel de Diego Martín

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23 de julio de 2016

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El otro día, navegando por Internet, me encuentro con este hermoso titular: “La Fundación Cruz Blanca ayuda a mil cien mujeres a salir de la prostitución”  Leyendo el reportaje me doy cuenta de que a dicha Fundación la han puesto en marcha los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca, una Congregación que fundó el Hno. Isidoro Lezcano Guerra  al que tuve el honor de conocer personalmente.

En la Diócesis de Albacete, en el mismo Hellín, los Hermanos Franciscanos de Cruz Blanca tienen un precioso Centro,   en el que hay   cerca de un centenar de acogidos. En este lugar hay disminuidos físicos y psíquicos,  enfermos del Sida,  enfermos terminales, ancianos, alcohólicos,  transeúntes…Todos tienen cabida en esta casa grande en la que  los hermanos, trabajadores  y  voluntarios se esfuerzan  en dar un aire de familia en la que se siente el  cariño y la  acogida.

Esta Congregación nació en Tánger y el Hno. Isidoro, fundador, siguiendo un carisma especial,  añadió para sus religiosos, además de los tres votos clásicos de pobreza, castidad  y obediencia,  un cuarto voto que consiste en dedicarse a cuidar de los enfermos más desamparados o de  gentes sin arraigo familiar.   En una palabra  se dedican a los más pobres entre los pobres.  

Se hizo famoso el padre Patera, es decir un religioso de entre ellos, que se dedicó especialmente a salvar vidas de las aguas a inmigrantes que buscaban una vida  mejor.  Así vemos como este hombre fue un gran pionero en este quehacer, algo  en lo que hoy  toda Europa está empeñada  y donde no  siempre se consigue lo que se quisiera.

Ahora veo cómo siguiendo la llamada del Papa de salir a todas las periferias, constato cómo los Hermanos de la cruz Blanca han ampliado su campo saliendo al encuentro de esas pobres muchachas que vienen buscando un mejor futuro y acaban en las redes de la prostitución.  Así  ha nacido esta  Fundación que en la actualidad cuenta con cien profesionales y ciento cincuenta voluntarios  que de dos en dos patrullan por las calles  para liberar a pobres muchachas que quieren salir de ese infierno.

Martina Kapluz , coordinadora  de la Fundación, nos habla de la triste situación de estas chicas.  Nos dice que viven con mucho miedo, con muchas deudas, con la angustia de ayudar a quienes dejaron en sus países de origen y no puede hacerlo.  También  algunas viven bajo amenazas  si intentan escapar de esa esclavitud.  Nos informa también  que muchas ayudas vienen  del  la casilla de IRPF . También las Parroquias ayudan todo lo que pueden dejando sus  locales. Esto facilita mucho todo el quehacer de la Fundación

Estuve unos años de capellán en Cruz Blanca de Hellín y soy testigo  de la gran obra que ese  Centro lleva a cabo  para poner a hombres del pie y hacerles recobrar su dignidad.  Me da mucha alegría ver que esta obra  se extiende  ahora también a mujeres.  Que el Señor bendiga a esta Congregación para que siga adelante en esta obra de amor.