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10 de enero de 2015
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Este nombre oficial, reconocido y aprobado por la Iglesia, expresa nuestro carisma y define nuestra espiritualidad y nuestra misión apostólica.
Nuestro carisma en la Iglesia es una “experiencia del Espíritu Santo” que se nos ha comunicado para que vivamos según ella, la custodiemos en fidelidad, la profundicemos cada día más y la vayamos desarrollando constantemente, en sintonía con el cuerpo de Cristo, siempre en crecimiento (cf MR 11).
Nuestra vida consagrada y nuestra misión apostólica se desarrollan principalmente, en el ámbito de la parroquia, comunidad de fe y parte viva de la iglesia particular a la que pertenecemos. Por nuestra vocación, colaboramos activamente con el párroco, como fieles y eficaces auxiliares suyas, en todas las dimensiones de la vida parroquial, sobre todo, viviendo nosotras mismas y promoviendo en los demás una auténtica vida eucarística: la celebración, el culto y la adoración de la SS. Eucaristía. Promovemos con singular interés la pastoral profética, litúrgica y de la caridad.
La Eucaristía constituye el centro mismo de nuestra vida consagrada, de nuestra espiritualidad y de nuestra misión evangelizadora. En nuestra vocación-misión de Adoradoras, procuramos que, a imitación de Cristo y de María, toda nuestra vida —lo que somos y lo que hacemos— sea una liturgia viva.
Estamos en la diócesis desde el 2 de septiembre de 1964 que se inicia la nueva fundación de la Casa Madre y de Formación en la C/ Camino de Morata, 1.