Manuel de Diego Martín

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28 de septiembre de 2013

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Hoy la Diócesis de Albacete y en su nombre el Sr. Obispo, en la parroquia de S. Pablo, dentro de la celebración de la Eucaristía, despedirá a la Comunidad Salesiana que durante cincuenta años ha prestado sus mejores servicios educativos y pastorales a nuestras gentes.

Llegaron en 1964 para hacerse cargo del Colegio Internado de la Diputación situado a la salida de la carretera a Madrid, conocido por todos como el Colegio de los Salesianos. Todos recordamos la vitalidad de aquel complejo educativo  en que convivían internos y externos, chicos de familias pudientes con los más desheredados, unos huérfanos, otros venidos de familias desestructuradas. Junto a los hijos de S. Juan Bosco, que actuaban desde la pedagogía del amor, a través de su cercanía y afecto, muchos chicos encontraron allí un verdadero hogar. ¡Qué modelo era aquel de fraterna convivencia e integración. Cuánto me hubiera gustado tener un colegio así para mis hijos! me comentaba un antiguo alumno.

Llegaron nuevos aires políticos cargados de un cierto laicismo excluyente, que pensaron iban a hacer las cosas mejor. Y a los religiosos literalmente les echaron del colegio, bueno no les renovaron el contrato que era lo mismo. A la nueva gestión de aquel lugar le faltaba el alma que aquel centro necesitaba y, poco a poco, aquello se fue desmoronando. Acabaron con el colegio y hoy todo aquel complejo es un solar.

El Obispo D. Victorio no quiso quedarse sin los religiosos y les confió la Parroquia de S. Pablo. Aquí han trabajado treinta años fieles a su carisma de animar jóvenes en el Centro Juvenil, potenciar la Asociación de María Auxiliadora y en todas las tareas parroquiales. Ahora, a pesar suyo, tienen que irse, porque la Congregación los llama, por falta de vocaciones, a cubrir otros centros de más urgencia.

La Diócesis no puede por menos que dar gracias al cielo por el inmenso bien que los Padres Salesianos han sembrado entre nuestras gentes durante estos cincuenta años. Gracias por todo.