Antonio García Ramírez

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30 de marzo de 2025

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Ya conocíamos el nombre de este hospital de Roma donde fue operado el Papa San Juan Pablo II tras el atentado que sufrió en 1981. Ahora, con el ingreso y el alta del Papa Francisco, los noticiarios de todo el mundo abrían con la información desde el Gemelli. Se quiera o no, el catolicismo está vinculado a la vida y obra de los Papas. Al cumplirse el pasado 13 de marzo los doce años del pontificado del Papa Francisco, merece la pena hacer una breve memoria de los mismos.

En primer lugar, pienso en el impacto de la publicación de la exhortación apostólica Evangelii Gaudium en noviembre de 2013. Como dice el mismo Papa Francisco, es el programa pastoral que ofrece a la Iglesia y al mundo. Su lenguaje directo es una invitación a perder los miedos en esta hora de la evangelización. Propone ser una Iglesia en salida, abierta al encuentro con el mundo actual, sin juicio ni condena.

Por otro lado, quiero destacar su opción preferencial por los pobres. La Iglesia latinoamericana, de donde proviene, recibió los trabajos del Concilio Vaticano II y los aplicó a su realidad. Cosas de Dios que ahora sea aquella Iglesia la que, a través del Magisterio del Papa Francisco, esté revitalizando a nuestras iglesias europeas. Sus gestos con los inmigrantes en Lampedusa y su visita a los encarcelados son dos ejemplos de cómo se puede ser pastor con olor a oveja.

Por último, doy gracias porque el Sínodo de la Sinodalidad sigue en marcha. Toda la Iglesia universal debe escuchar, participar y sentirse misionera. Evitando el clericalismo estéril, hemos de reunirnos todos los agentes de pastoral: laicos, religiosos o sacerdotes. Todos en la misma mesa, preocupados por la situación actual y buscando propuestas atractivas para las nuevas generaciones.

La alegría del Evangelio, los pobres que nos evangelizan y el gozo de ser Pueblo de Dios: tres notas de doce años que no dejan a nadie indiferente. Demos gracias a Dios por el Papa Francisco.