Manuel de Diego Martín
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29 de enero de 2011
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Un año más celebramos el día 2 de febrero, fiesta de la Candelaria, la Jornada Mundial de la Vida consagrada. Este año el lema es “Jóvenes consagrados, un reto para el mundo. Firmes en la fe”.
Ya nos damos cuenta de que este año la jornada de la vida consagrada se celebra en el contexto de la jornada mundial de la juventud que tendrá lugar el próximo mes de agosto en Madrid, donde se espera que el Papa se encuentre con más de dos millones de jóvenes cristianos.
El Cartel anunciador de la Jornada nos muestra a diferentes grupos de jóvenes consagrados, chicos, chicas, con hábito o sin él, pero con el denominador común de que todas sus caras están llenas de luz y de alegría. ¿Es un truco fotográfico del sonría por favor ante los flashes o responde a una verdad constatada?
¿Por qué han unido y asociado esta jornada con la de la juventud? Tiene su lógica. Han sido un montón los jóvenes que asistiendo a estas jornadas mundiales de la juventud, que hace muchos años inició el Papa Juan Pablo II, han confesado con toda sinceridad, que fue precisamente en estos encuentros cuando sintieron una luz, una llamada que les cambió totalmente su vida hasta llegar a tomar la determinación de apuntarse al seguimiento radical de Jesús a través de la vida consagrada. Oyeron aquello que decía Jesús a un joven, si quieres ir hasta el final, deja lo que tienes y sígueme. Aquel se dio la media vuelta, pero éstos se lo tomaron tan en serio que quedaron enganchados para siempre
Dice el cartel anunciador de la campaña de la Vida Consagrada para este año: “Los jóvenes consagrados un reto para el mundo”. Efectivamente esto es un reto provocador. En un mundo de “ninis”, un mundo en el que se lleva dar gusto al cuerpo mientras aguante, donde cada quien intenta vivir “su vida”, donde lo que se busca es tener mas que nadie, y poder mas que ninguno, el que haya jóvenes que estén dispuestos a consagrarse al Señor con los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, es que rompe todos los moldes de lo políticamente correcto. Es un reto que descoloca a cualquiera.
El que los cartelones presenten a chicos y chicas sonrientes, con una apariencia de ser felices, tiene toda su lógica y verdad. El que está firme en la fe, como dice el eslogan; el que construye y enraíza su vida en Cristo, sabe que pisa tierra firme, segura. No puede por menos que sentir esa alegría profunda, desbordante, plena, que no tiene nada que ver nada con las carcajadas de una noche de orgía o botellón. Lo prometió Jesús, y su palabra va a misa. Al que me siga yo le daré una alegría plena que nada ni nadie le podrá arrebatar. La fiesta de la Candelaria, la fiesta de la Luz, fiesta en que el Niño Jesús hace su ofrenda al Padre, es un buen día para orar por todos los consagrados, y por todos los jóvenes para que encuentren su mejor camino.