Mons. D. Ángel Román Idígoras
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12 de julio de 2025
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Saludo con alegría a mis hermanos de Chinchilla y a todos los también hermanos que vais a visitar esta impresionante ciudad de nuestra diócesis. Las fiestas de la patrona son una ocasión para saborear la alegría del encuentro con la gente de siempre y con aquellos que seguramente vemos sólo de año en año, para las fiestas. Os invito a poner alma y corazón para que todo el mundo pueda disfrutar de estos días. Cread un ambiente de fraternidad y acogida; de risas y respeto; de compartir e integrar…
Os invito a no perder de vista el motivo de nuestra fiesta: la Virgen de las Nieves. Celebramos que tenemos Madre protectora; que María quiere estar a nuestro lado en todo momento. Qué suerte poder acudir a un lugar donde contemplar esta preciosa imagen que nos recuerda que tenemos ahí a la Madre fiel que acompaña a sus hijos; Madre que protege a Chinchilla y a todos los que la invocan; Madre que alienta y fortalece; que anima y quita los miedos. Sabernos amparados por esta “Maternal Cuidadora” es motivo para festejar y sentir el corazón alumbrado en el momento vital en el que nos encontremos, sea el que sea. Ella está pendiente de cada uno y habla a Jesús de nosotros.
He tenido la suerte este año de visitar en Roma la basílica de Santa María la Mayor. Ahí es donde la tradición sitúa el milagro de la nevada el 5 de agosto del año 358 para señalar el lugar donde construir la basílica que la Virgen había pedido en sueños al Papa Liberio. De esta visita me brota pedir que hagamos dos cosas en nuestras fiestas:
la primera que recemos ante la Virgen por el Papa Francisco, que ha querido que lo entierren al lado de la imagen de la Protectora del Pueblo Romano (Nuestra Señora de las Nieves).
La segunda, que recemos por la paz en el mundo, en la sociedad, en nuestras familias y en nosotros mismos. Hay otra imagen en Santa María la Mayor, de nuestra misma Madre María, que me impactó. Es una escultura con la advocación de Reina de la Paz. La mandó hacer el Papa Benedicto XV que fue quien introdujo en el rosario la letanía “Reina de la Paz” para que se acabara la Gran Guerra. Tiene en alto y extendida la mano izquierda. El gesto de la cara seco, triste y dolido; la mirada hacia abajo… Toda la imagen parece decir ¡Basta ya! ¡Que pare tanta guerra y tanto dolor!
Que estas fiestas sean levadura de verdadera alegría y de paz para todos. Está en la mano de cada uno hacerlo posible: parar, o no alentar batallas cotidianas y armonizar voluntades, empezando por la nuestra. Vamos a cantar, a bailar, a comer, a rezar… a apuntalar en nuestra patrona las razones que nos permiten festejar de verdad, y todos.
Felices fiestas 2025 y las que vengan.