+ Mons. D. Ángel Fernández Collado
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23 de mayo de 2022
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]H[/fusion_dropcap]oy la parroquia de San Pablo, en Albacete, quiere hacer presente la influencia en ella de la espiritualidad y entrega a la educación cristiana de los jóvenes de san Juan Bosco, Fundador de la Congregación religiosa de San Francisco de Sales o “Salesianos”, a quienes levantaron este templo y parroquia, y se incorporaron a la Asociación de María Auxiliadora. Esta Eucaristía es como una acción de gracias a Dios por la presencia maternal de María Auxiliadora en todos los actos y fundaciones de san Juan Bosco. El, desde muy niño, acogió a María como su madre y maestra, bajo cuya disciplina fue modelando su corazón de pastor entregado al cuidado y la formación cristiana de los jóvenes. Así lo expresa San Juan Bosco en las Constituciones de la Fundación de su Congregación y de la Asociación de María Auxiliadora: “Creemos que María está presente entre nosotros y continúa su misión de Madre de la Iglesia y Auxiliadora de los cristianos. Nos confiamos a Ella, humilde sierva en la que el Señor hizo obras grandes para ser, entre los jóvenes, testigos del amor inagotable de su Hijo.” (Const. 8).
El Papa san Pablo VI, en el discurso de clausura del Concilio Vaticano II, proclamó oficialmente a María como “Madre de la Iglesia”. María Auxiliadora y Madre de la Iglesia son dos títulos íntimamente unidos y son también como las dos caras una misma medalla. Por ello nos encontramos llenos de gozo. María es la Madre de la Iglesia y el Auxilio de los cristianos. Madre y Auxiliadora para todos y cada uno de nosotros. Con su ayuda maternal y con sus auxilios nos sentimos llamados a ser “auxiliadores” y “auxiliadoras”, especialmente de los jóvenes en la prevención y en la lucha contra todas las dificultades que amenazan sus vidas.
La devoción de quienes han recibido o heredado esta formación de inspiración salesiana y su amor a María Auxiliadora manifiestan diversas actitudes cristianas fruto de su formación, como son la entrega, la confianza, la pertenencia y el amor a María Auxiliadora. En esta tarde festiva al celebrar la Santa Misa en esta Parroquia de San Pablo queremos agradecer la presencia en nuestra vida y formación de la devoción a María Auxiliadora.
La palabra de Dios ilumina esta devoción porque nos hace ver a María como el instrumento elegido por Dios para nuestra ayuda y salvación. Ella es la mujer vestida de sol en lucha contra el dragón. Ella es la mujer que aceptó colaborar con Dios en el misterio de la Encarnación de su Hijo. Ella es la mujer cuya fe vuelve a dar la alegría a quienes han perdido la fe o el sentido de la vida.
Un ejemplo concreto de esta ayuda o auxilio de María lo tenemos en el primer milagro de Jesús que nos narran los evangelistas, el de la Boda de los jóvenes esposos en Caná de Galilea. Jesús, María y sus discípulos habían sido invitados a participar en la Boda de dos jóvenes esposos. María, como madre y mujer llena de bondad está atenta a los mínimos detalles y observa que se ha acabado el vino y que esta circunstancia puede entristecer la celebración y la alegría de los nuevos esposos.
María entonces se dirige a Jesús y le dice: “Hijo, no tienen vino”. Jesús, en principio, se resiste a hacer un milagro y la dice: “Madre no es problema nuestro”, pero finalmente, a impulsos de su madre y pensando en lo mal que lo iban a pasar los nuevos esposos, decide realizarlo. María entonces se dirige a los sirvientes y les dice: “Haced lo que él os diga”. Entonces Jesús les dice: “Llenar de agua esas seis tinajas vacías”. Así lo hicieron los sirvientes y esa agua se convirtió en un vino extraordinario que comenzó a repartirse entre los invitados.
La grandeza de María consiste –según expresa el evangelista- en su capacidad de descubrir las necesidades existentes en su entorno, en destacar que allí estaba Jesús, y en orientarlo todo hacia Él: “Haced lo que Él os diga”. Jesús interviene y distribuye efectivamente “el mejor vino”, el gozo y la felicidad que Él ha traído al mundo. El vino nuevo es el amor de Dios y entregado al prójimo.
María se presenta en Caná como creyente, como generadora de fe, y como apoyo de la fe de los discípulos.
En la escuela de Caná, María nos enseña cuatro actitudes importantes para nuestra vida de creyentes: En primer lugar, nos enseña a compartir las dificultades de las personas de nuestro entorno, sus angustias y tristezas, sus esperanzas y alegrías.
En segundo lugar, nos enseña a estar atentos a las necesidades de los demás, evitando pensar solo en nosotros mismos.
En tercer lugar, nos enseña a descubrir la presencia de Jesús y a orientar hacia Él nuestras necesidades y problemas. Significa también dejar a Jesús el puesto que le corresponde: Él es el Mesías, el Cristo, aquél que hace abundar el vino bueno, el sentido de la vida y su plenitud en el amor.
Y, en cuarto lugar, nos enseña a ser creyentes y creíbles, de modo que sea nuestra propia fe la que haga posible la fe de los demás.
Que María Auxiliadora siga siendo nuestra madre y maestra, como lo fue para san Juan Bosco y para tantos discípulos y apóstoles de Jesucristo, a fin de que podamos ser nosotros, como Él y Ella lo fueron, auxiliadores y auxiliadoras de otras personas y, especialmente, de los niños, jóvenes, enfermos y mayores.
Ángel Fernández Collado
Obispo de Albacete