Manuel de Diego Martín

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2 de abril de 2016

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El treinta de abril se celebró el “Día de los Trasplantes de órganos”. Oyendo ciertos reportajes sientes una gran emoción al ver cuánto bien se hace con ellos y saber que los españoles en número y en la manera de hacerlos somos los mejores del mundo. ¡Qué hermoso es escuchar al alguien que te dice: “yo estaba condenado a morir y gracias a un trasplante de corazón sigo con vida”!  No cabe duda que detrás de estos trasplantes hay muchas almas grades dispuestas a dar lo que sea para que otros puedan vivir. Tal vez muchas de ellas están inspiradas en las palabras de Jesús de Nazaret que dijo aquello de que he venido para que todos tengan vida.

S. Juan Pablo II habló mucho de aquello de que había que pasar de la cultura de la muerte a la civilización del amor. Esta civilización del amor es la que en verdad da vida. Y añadía aquello de que Europa había sido construida por el pensamiento griego, es decir, la racionalidad; por el derecho romano, dicho de otra manera, la legalidad, dar a cada uno lo suyo y  por el pensamiento cristiano, dicho de otra manera,  por las enseñanzas del evangelio que nos  hablan de dar vida. Es muy triste ver cómo en el seno de esta Europa laicista están prendiendo leyes que van contra la vida como el aborto, le eutanasia, la destrucción  de embriones…Esto es la negación más absoluta  de nuestras raíces cristianas.

Hoy Europa está tocada. Algunos hablan  de que como el Imperio Romano en descomposición fue liquidado por los pueblos bárbaros, de igual manera la Europa de hoy va a ser comida por el Yihadismo islámico. Por tanto debemos reaccionar y salvar los valores que construyeron la grandeza de Europa. Una Europa sin los  valores que la hicieron crecer sería como los últimos años del Imperio Romano, un Continente en descomposición.

Los islamistas quieren acabar con todos los que no piensen como ellos. Afirman que el pensamiento y las estructuras  sociales de Occidente están corruptas  y por tanto  hay que acabar con ellas.  Y los están intentando.  Tiran bombas en Paris o en Bruselas  y todos se ponen de pie, hay una conmoción generalizada de rechazo, lo cual está muy bien.  Lo que no podemos olvidar es que dentro del pensamiento europeo todas las vidas humanas valen lo mismo.  Pues  se da el caso de que ante  algunas víctimas aquí en Europa, a todos nos ponen de pie, lo cual es de alabar,  pero cada día se están dando montón de victimas en diferentes países, las últimas  del Pakistán, setenta y dos, las Misioneras hermanas de Teresa de Calcuta, y de esto no se habla, silencio total.  Perece que acabar con los cristianos para muchos no es del todo malo, pues así se puede  conseguir la sociedad progresista que  anhelan.

Tenemos que parar la guerra que se está haciendo desde el Islamismo fundamentalista a la civilización cristiana, a los valores del evangelio, a  las Instituciones de Europa. Hay que reaccionar y hacer frente común.  Algunos tienen horror al conflicto y su grito es el “no a la guerra”  Pero si te están  haciendo la guerra,  alguna manera habrá para defenderse y mantener  nuestros principios cristianos, nuestras libertades democráticas y nuestras vidas. Responder a una guerra declarada, intentando hacer el menos mal posible, puede ser justo. Eso sí, toda Europa unida.