Manuel de Diego Martín
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2 de mayo de 2015
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A veces me encuentro con feligreses, e incluso me toca discutir con ellos, porque quisieran que nuestros obispos nos dijeran a qué formaciones políticas podemos votar. Esto no lo han hecho nunca ni lo harán. El votante debe acercarse a la urna y, desde su conciencia y responsabilidad personal, depositar el voto que crea mejor para nuestro pueblo.
¿Esto quiere decir que en esta selva de mensajes cruzados, de conceptos e ideas contrapuestos, de alternativas posibles, nos quedamos solos sin saber por dónde tirar? De ninguna manera, los creyentes en Jesús, los que nos sentimos Iglesia, nos encontramos muy bien acompañados, ya que nuestros obispos, como maestros de la fe, en estas coyunturas difíciles nos ayudan a descubrir el mejor camino.
El lunes pasado se hizo pública la Instrucción Pastoral titulada “Una Iglesia servidora de los pobres” que los obispos españoles han elaborado y han firmado en Ávila a los pies de Santa Teresa de Jesús en el Quinto Centenario de su Nacimiento. En este documento se recogen testimonios de los últimos Papas y de diferentes Conferencias Episcopales llegando a ser un excelente compendio de Doctrina Social de la Iglesia para nuestro mundo de hoy. ¡Qué buen regalo nos han hecho nuestros obispos para entender lo que sucede hoy en España y cómo remediar sus males!
Santa Teresa decía de su tiempo que el mundo estaba ardiendo y que Jesús necesitaba amigos fuertes para apagar las llamas. Nuestros obispos nos dicen, de alguna manera, que España está que arde, que está llena de pobrezas, injusticias, corrupciones, pérdida del sentido de la vida, que estamos sumidos en un perfecto materialismo y por tanto los que creen en Jesús y todo hombre de buena voluntad, estamos llamados hacer lo que esté en nuestra mano para conseguir que entre nosotros reine la justicia y la paz.
Los obispos hablan en la Instrucción de las pobrezas que nos envuelven, de las corrupciones insertas en el tejido social, de la idolatría que supone cifrarlo todo en la lógica mercantil, dicho de otra manera, el ganar pasta caiga quien caiga. Pero ellos nos hacen ver también que todo esto tiene solución. Para conseguirlo hay que poner en el centro de todo a la persona humana y su dignidad, hay que recuperar la dimensión ética de la economía que busca ante todo el bien común y no se mueve por intereses ni particulares ni generales. Tenemos que defender la vida, por tanto un no incondicional al aborto, y la familia como algo absolutamente necesario para abrir futuro. Hay que elevar el vuelo del puro materialismo para poder descubrir el sentido del hombre desde una profunda espiritualidad. Terminan diciendo que hay que llegar a un Pacto Social contra la pobreza en la que se impliquen, a la vez, formaciones políticas e instituciones sociales. Yendo cada uno por su lado no habrá solución.
Aquí tenemos pues un magnífico documento de 24 páginas que hace una profunda radiografía de la vida social en España, y después de hacer el diagnóstico nos ofrece posibles vías de curación para conseguir una sociedad más justa y armónica. Así pues los obispos no nos dicen a quién tenemos que votar, pero sí nos dicen qué debemos votar, y en qué causas comprometernos para conseguir una España mejor.