Julián Ros Corcoles
|
9 de mayo de 2020
|
48
Visitas: 48
Me cae muy bien Felipe. Es muy simpático y, sobre todo, sencillo. Tengo, para mí, que a Jesús le gustaba hablar con él para “pillarlo” en sus respuestas sencillas y, así, ayudarle (y de paso ayudarnos a nosotros) a comprender el amor de nuestro buen Padre Dios y a aprender a enseñarlo a los demás.
Felipe es el hombre de las preguntas. Jesús le preguntó una vez de dónde se podía sacar pan para cinco mil personas y él contestó, con sencillez y realismo: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo» (Jn 6, 9). Gracias a esa sencillez, fue Felipe el que, durante la Última Cena, se atrevió a pedirle a Jesús “Muéstranos al Padre”. Ese diálogo, un tanto enigmático, de la víspera de la muerte del Señor nos lo propone hoy la Iglesia, en este quinto domingo de Pascua, porque ayuda a profundizar en una de las consecuencias importantes de la Resurrección de Jesús: tenemos un sitio reservado con Él en la eternidad. Y no solo eso. En el camino hacia ese destino definitivo de la vida humana, es el mismo Jesús quién nos acompaña.
Cuando dice Jesús “volveré y os llevaré conmigo para que, donde estoy yo, estéis también vosotros”, no se refiere únicamente a su retorno glorioso al final de los tiempos. El Resucitado ya ha vuelto para caminar a nuestro lado, siendo nuestro Camino hacia la meta definitiva. ¡No estamos solos! ¡Nunca estamos solos! ¡Y qué bien lo aprendió Felipe! Se hizo un experto catequista de esta verdad.
Recordad cuando, guiado por el Espíritu Santo, se presentó al lado de un ministro de la reina Candaces de Etiopía y, a base de preguntas, lo llevo a desear recorrer el camino de Cristo resucitado (Hechos 8, 26ss). Debía tener madera de catequista. Aprendió pronto de Jesús y al impertinente y creído Natanael le dijo, con cariño, las mismas palabras con las que el maestro había llamado a los primeros: «Ven y verás» (Jn 1, 46). Y su carácter acogedor facilitaba que la gente acudiera a él con confianza, como aquellos griegos que le piden respetuosamente: «Señor, queremos ver a Jesús» (Jn 12, 21).
La situación que estamos viviendo lleva a muchos hermanos nuestros (y a cada uno de nosotros) a hacerse muchas preguntas. Que Felipe interceda por nosotros para que sepamos dialogar con todos y despertar, en cada uno, el hambre de conocer más a Jesús para sentirlo, cada día, más cercano en nuestro Camino.