Manuel de Diego Martín
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29 de septiembre de 2024
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En este domingo, la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, con este lema tan lleno de sentido y de esperanza: “Dios camina con su pueblo”. No cabe duda, que nos está tocando vivir unos tiempos muy conflictivos a nivel social y político, en que parece que, si Dios camina con su pueblo, a veces, nosotros bloqueamos esos caminos en la mayor indiferencia. Si Dios va de camino con ellos, no nos queda otra salida que despertar y encontrarnos con el Señor y con nuestros hermanos, emigrantes y refugiados.
El próximo 2 de octubre se inicia la segunda sesión de la XVI Asamblea Sinodal en Roma, que durará hasta el día 27. Allí se encontrará el Papa con obispos, sacerdotes, religiosas, seglares hombres y mujeres, con voz y voto, para intentar, entre todos, con la ayuda del Espíritu Santo, una Iglesia más viva, que sea capaz de caminar con su pueblo, para ser capaces de responder a los graves problemas de hoy. El Papa, acertadamente, ha convocado, en la víspera, una celebración penitencial para pedir perdón por nuestros pecados. Los asistentes pedirán perdón, en nombre “de todos los bautizados”, por los pecados que más dolor están provocando en la Iglesia y en el mundo. Después de la enumeración de varios pecados, se han elegido tres, de los que darán testimonio tres personas, que han sufrido sus consecuencias. Una, hablará de lo que ha sufrido con los abusos sexuales. Otra, el sufrimiento vivido en una cruel guerra. Y la tercera hablará del sufrimiento que está provocando en tantas gentes la indiferencia ante el drama de las migraciones.
El Papa en el mensaje de este año, dado que estamos celebrando el Sínodo, que significa “todos en camino”, nos ayuda a comprender que todos somos emigrantes hacia el Reino de los cielos. Nosotros, que conocemos el relato bíblico del Éxodo, comprendemos que nuestra vida es, a veces, un viaje desde la esclavitud hacia la libertad, la tierra prometida. Tenemos que ver, por tanto, en muchos emigrantes la búsqueda de ese camino para salir de la esclavitud a una vida más digna. Si el Señor los acompaña, nosotros no podemos por menos que hacer lo mismo.
Termino con unas palabras del Papa en que nos dice “Unámonos en oración por todos aquellos que han tenido que abandonar su tierra en busca de condiciones de vida más digna. Sintámonos en camino junto a ellos. Pidamos la intercesión de la Virgen María, signo de segura esperanza y de consuelo, en el caminar del pueblo fiel”.