Manuel de Diego Martín

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12 de abril de 2014

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El pasado domingo, como todos años, celebramos el Via Crucis Diocesano en el Santuario de la Virgen de Cortes en Alcaraz. Era impresionante ver aquella multitud de fieles venidos de los más lejanos rincones de la diócesis para recordar con nuestro Obispo la Pasión de Cristo, celebrar juntos la Eucaristía y hacer la ofrenda solidaria a Caritas, que este año se dedicará a las familias más necesitadas.

Las diferente estaciones del Via Crucis, fueron animadas por otros tantos matrimonios, ya que la reflexión sobre la Pasión del Señor, iba ambientada por las diferentes pasiones que sufren nuestras familias. No podemos olvidar que estamos en un ambiente de preparación del próximo Sínodo que hablará sobre la Familia y el objetivo pastoral de este año tiene también como tema preferente a la misma.

Me hago eco de algunas estaciones que hablaban de nuestras familias. En la segunda estación, al contemplar a Jesús cargando con su cruz, decía un matrimonio que también nosotros hemos contribuido a cargarte con un peso inhumano. Cada vez que no nos hemos amado, cuando nos hemos echado la culpa uno a otro, cuando no nos hemos perdonado, cuando no hemos recomenzado a querernos, entonces te estamos cargando una cruz muy pesada.

Y al llegar a la tercerea estación en que Jesús cae bajo el peso de la Cruz, se lamentaba otro matrimonio de cuántas caídas se dan en nuestras familias. ¡Cuántas separaciones y traiciones! Y además de esto, los divorcios, los abortos, los abandonos, los malos tratos; Y decían: Jesús, enséñanos a pedirnos perdón desde la humildad y la confianza.

En la cuarta estación al contemplar el encuentro de María con Jesús,  comentaban: ¡qué cerca está de nosotros la Virgen María, sobre todo en los momentos de dificultad! ¡Cuántas veces hemos puesto a nuestros hijos en sus manos y le hemos pedido que les ayude a tener salud física y sobre todo moral. Y siempre la Virgen María ha estado a nuestro lado!

Y en momento cumbre del Calvario, mirándote allá arriba en la Cruz, al ver tanto amor en Ti, también nosotros, comentaba otro matrimonio, como familia estamos aprendiendo a amarnos y a tener amor a todos. Hemos aprendido que el sufrimiento llevado desde Jesús se transforma en amor.

Así pues esa tarde todos pudimos tener una profunda experiencia de fe, pues nos ayudaron a fijar nuestros ojos en Jesús y en la Virgen María. Nos ayudaron también a fijar nuestros ojos en nuestras familias, para mirar el futuro con esperanza… El evangelio nos habló de la resurrección de Lázaro. Donde hay fe hay vida. Pudimos escuchar la llamada de Jesús a salir fuera, fuera de nuestros egoísmos y mezquindades. Rompiendo estas ataduras, nuestras familias, con la ayuda de Jesús, pueden andar y vivir una gozosa plenitud.