Manuel de Diego Martín

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9 de octubre de 2010

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A cinco kilómetros de mi pueblo se divisa el castillo de Haza, en la provincia de Burgos, en el que nació  y vivió Santa Juana, la madre de Santo Domingo de Guzmán.  Como todo buen hijo que lleva lo mejor de su madre, imaginamos que esta buena mujer enseñó a su pequeño las oraciones del Padre nuestro, el Avemaría y le explicaría la vida de Jesús.

Esto es lo que nos legó Santo Domingo con la institución del Rosario.  En un viaje al norte de Europa, como teólogo y diplomático, para acompañar a los grandes,  resultó que en el sur de Francia se encontró con tanta miseria moral, con tanta ignorancia religiosa, veía a las gentes con un cacao tan grande en las mentes, que decidió quedarse con los pequeños para enseñarles el verdadero evangelio. Los cátaros y albigenses, grandes sectas de aquel tiempo, habían sembrado entre las gentes sencillas las doctrinas más alejadas de la verdad católica. ¿Cómo reconstruir esta ruina?  Tuvo una feliz idea. La gente tenía costumbre de repetir oraciones. Entonces pensó, entre col y col, lechuga.  A la vez que iban desgranando avemarías, había que poner postes firmes, referentes de la fe, es decir, recordar  los misterios de nuestra salvación. Así nació el santo Rosario.

El mes de octubre es el mes del Rosario. El jueves pasado celebrábamos la fiesta de la Virgen del Rosario. Es bueno que lleguemos a sentir lo que nos decía S. Bernardo en esta fiesta. Hacer que el Hijo de Dios acampe en nuestro corazón, en nuestra mente, en nuestra memoria e imaginación. Esto lo conseguimos cuando meditamos pausadamente los misterios del Rosario.

Con frecuencia nos quejamos de la ignorancia religiosa de nuestras gentes. Repasar esa cadena de los veinte misterios, que empiezan con la Anunciación a María y terminan con su glorificación, cuando intentamos  meditarlos y comprenderlos, estamos asistiendo a la mejor escuela de teología. También vemos cuánta gente mayor pasa horas y horas de soledad con un semblante de aburrimiento. ¡Qué suerte tienen esos ancianos que saben rezar el santo Rosario, con qué ratos de luz y de gozo se encuentran!

A veces llegan a mi gente que me dicen, cómo les ayuda “Radio María”, en sus horas de soledad, y cuántas cosas aprenden.  Pues bien, el Rosario en como una “Radio María” que se puso en marcha hace ocho siglos.