Manuel de Diego Martín
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8 de abril de 2006
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Uno de los temas sociopolíticos que están en el ambiente es eso que se ha ha venido en llamar “politización de la justicia” Sucede esto cuando la Justicia en vez de ser una señora seria con la balanza en la mano, con los ojos tapados para no sufrir influencias de nadie ni de nada, se convierte en una muchachuela que flirtea con estos o aquellos, siguiendo los intereses de grupos o partidos. De esta manera la justicia deja de ser justicia.
Un ejemplo feroz de una justicia politizada la vamos a vivir estos días con Jesús de Nazaret. Los jefes del pueblo habían determinado ya de antemano que Jesús tenía que morir y la justicia tenía que darles la razón, no había otra alternativa
En el tribunal de Caifás no hay pruebas, no hay argumentos. Ante una pregunta del sumo sacerdote Jesús responde con una tímida respuesta. El juez no deja explicarse al reo, no quiere saber, sino como un autómata, se rasga las vestiduras y condena a Jesús como blasfemo, y por tanto debe morir. ¡Pobre Jesús! El Hijo amado del Padre, el que no quiere otra cosas que lo que el Padre quiera, y por su infinito amor hacia El se entrega a una muerte de cruz, es acusado de blasfemo ¿Puede haber paradoja mayor?
Luego le llega el turno al rey Herodes. Jesús con una inmensa dignidad no se somete al juego que el cruel rey quería someterle, es decir a una especie de circo, y determina guardar silencio. Entonces el rey se siente humillado, no sabe cómo salir del atolladero. La salida airosa es declararle loco. Está loco, está loco de atar, es reo de una incurable locura. Y volvemos a la paradoja que consiste en que al que es la Sabiduría infinita sea considerado como un loco peligroso.
Le llega el turno a Pilato. Este es el caso único en la historia que se conozca en que un juez haya declarado inocente al reo y a renglón seguido le imponga la pena capital. Lo que se ha hecho siempre es buscar pruebas falsas y actuar en consecuencia para salvar la imagen del juez. Y el romano hace otra fechoría más. Pone a Jesús al lado del mayor criminal que en aquel entonces guardaban los cuerpos de seguridad y pregunta a la gente que a su parecer quién es mas digno de vivir . Y como el personal, la chusma recalentada dice que prefiere a Barrabás, pues razón más de condenar a Jesús. ¡Qué original e inhumana manera de hacer justicia, preguntar al pueblo qué es lo que le gusta más.! Al final se hace lo que a la gente le gusta, pues sin duda son ellos los que dan los votos. Y así vemos a la pobre justicia, ya sin balanza para sopesar, ahora con los ojos y oídos abiertos para hacer lo que la gente diga, o lo que los jefes de turno quieran mandar.