Francisco San José Palomar

|

27 de febrero de 2021

|

186

Visitas: 186

En el monte Tabor Jesús se transfigura delante de Moisés y Elías y de los apóstoles Pedro, Santiago y Juan y se oye la voz del Padre que dice: “Este es mi Hijo amado. Escuchadle”.El Padre manifiesta así la “centralidad de Cristo”en el plan de salvación para con la humanidad. En la última Cena Jesús dirá de sí mismo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí”.(Jn 14, 6)

Los santos también confirman esa “mediación central de Cristo”en la vida espiritual. Santa Teresa de Ávila nos dejó esta perla: “Y veo yo claro, y he visto después, que para contentar a Dios y que nos haga grandes mercedes quiere que sea por manos de esta Humanidad sacratísima, en quien su Majestad se deleita”.  

Emociona ver lo que significa Jesucristo en el plan de salvación de Dios. San Pablo argumenta: “Si Jesucristo se ofreció en sacrificio por la salvación de todos nosotros, el Padre ¿cómo no nos dará todo con Él?Jesús es la bendición redentora de la humanidad.  

Los creyentes, en este tiempo de Cuaresma, no deberíamos cansarnos de contemplar a Jesucristo en su gloriosa Pasión Muerte y Resurrección y colmados de esperanza y gozo interior, darle gracias y suplicarle con plena confianza.   

Como a Abraham el sacrificio que Dios nos pide es la obediencia de la fe. Aprendamos a llevar una “vida en Cristo Jesús”, que más allá de una imitación sea la “atmósfera” en que se vea envuelta toda nuestra existencia personal.