Manuel de Diego Martín

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23 de marzo de 2013

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El día de S. José, en el inicio de su Pontificado, el Papa Francisco hizo una bella homilía comentando la hermosa tarea del santo Patriarca como custodio de la Virgen, del Niño Jesús, de la Iglesia y de tantas cosas más. Y pasó a glosar la gran tarea que tenemos todos de ser custodios los unos de los otros.

Me encantó aquello que dijo de que también tenemos que ser custodios de nosotros mismos, es decir cuidar nuestra bondad, sensibilidad, ternura, dicho de otra manera, ser custodios de nuestro corazón. Si el corazón se estropea ya nada puede cuidar. Y volvió a repetir lo que está siendo leiv motiv de su pontificado, queremos una Iglesia pobre que tenga sensibilidad para ocuparse de los más pobrecitos de nuestro mundo.

Estos días se ha hecho público el informe de Cáritas sobre la pobreza en nuestra España. Decía Machado aquello de españolito que vienes al mundo, te guarde Dios, una de las dos Españas ha de helarte el corazón. Aquí de verdad se nos hiela el alma, cuando vemos que en España la pobreza llega cada día a mucha más gente y a índices que parecen insoportables. Pero lo más grave es que aún en este momento, las diferencias sociales están creciendo, es decir que los ricos se hacen cada vez más ricos y los pobres se hunden más en la pobreza. ¿Será posible que la crisis sea un terreno propicio para que los desalmados sigan haciendo su agosto?

Por tanto este informa es como un SOS lanzado a nuestras autoridades para que tengan esto en cuenta, no sea que las terapias de choque, los recortes lleven a unos a la desesperación mientras que otros aún puedan seguir medrando.

El grito general de la ciudadanía es que las fuerzas políticas trabajen unidas en buscar soluciones de consenso. Pero no ocurre esto. Al revés, lo que ocupa las portadas son los “Bárcenas” y los “Eres de Andalucía” y sálvese quien pueda. Y de los pobres no hay tiempo para ocuparse. ¡Qué bueno es que su santidad Francisco nos siga recordando que nuestra primera preocupación deben ser los pobres!