Juan Manuel Sánchez García
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19 de agosto de 2023
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En el Evangelio de este Domingo, una mujer cananea se acerca a Jesús, ¡una pagana!, por lo que adquiere un mayor relieve la fe de esta mujer en el Señor.
A nosotros nos toca imitar su fe y acudir al Señor con su misma fe.
La mujer pide, aunque parezca inoportuna, insiste, aunque se tenga por indigna, persevera ante las dificultades y la aparente negativa del Señor y al fin logra lo que quiere.
Tenemos que pedir a tiempo y a destiempo, jamás cansarnos de elevar nuestra petición a Dios, aunque nos parezca que somos inoportunos. Sabemos que somos indignos, pero nos acercamos con humildad, fe y sencillez al Señor; con nuestra indignidad, pero con amor, asombro y esperanza, sabiendo que Dios escucha a los sencillos de corazón.
Tenemos que tener en cuenta que nuestros tiempos no son los de Dios por lo que no debemos tirar la toalla ante las dificultades o la aparente sordera de Dios, perseverar como la mujer cananea, perseverar ante las dificultades y los silencios del Señor, con la confianza de quien se sabe ante un Dios que es Padre que quiere siempre lo mejor para sus hijos. Recuérdate siempre, soy hijo de Dios, esto te ayudará a vivir con confianza filial abandonándote en sus manos. El desaliento es enemigo de la perseverancia, si no luchas contra el desaliento, caerás en el pesimismo y es todo lo contrario al optimismo. Se optimista, sabiendo que Dios te escucha. Pide como si ya te lo hubiera concedido, de esta manera, conseguirás todo lo que pidas con esa fe, si es bueno, honesto, para el bien, para nuestra santidad y para mayor gloria de Dios.
Dice el Santo cura de Ars, San Juan Mª Vianney: “Vemos muchas veces que el Señor no nos concede enseguida lo que pedimos; esto lo hace para que lo deseemos con más ardor, o para que apreciemos mejor lo que vale. Tal retraso no es una negativa de Dios sino una prueba que nos dispone a recibir más abundantemente lo que pedimos.”
Esto solo se puede entender y conseguir si vivimos desde la fe, la oración, la Eucaristía y la confesión, porque estaremos cumpliendo la voluntad de Dios en todo momento, sentiremos su cercanía y el sentirá la nuestra.
Dios no se va nunca, Dios no deja de escucharnos, el problema es que nosotros somos los que nos alejamos de Él y dejamos de escucharlo. Cuántas veces le decimos o le increpamos preguntándole que dónde estaba o está, pero Él nunca se va y Él si nos puede decir: ¿Dónde estabas tú?
No te alejes, pide, insiste, persevera, ten una fe tan grande que el Señor te pueda decir: “qué se cumpla lo que deseas”.
Juan Manuel Sánchez García
Vicario parroquias Fátima y Pozuelo