+ Mons. D. Ángel Fernández Collado
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19 de febrero de 2022
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]E[/fusion_dropcap]L MATRIMONIO Y LA FAMILIA CRISTIANO
Misa de Clausura de la Semana Matrimonial
S.I. Catedral de Albacete, 20 de febrero de 2022
Jesús quiso nacer y crecer en una familia humana; tuvo a la Virgen María como madre y san José le hizo de padre. Ellos lo criaron y lo educaron con inmenso amor. Por ello, la familia de Jesús merece de verdad el título de santa y es modelo para todas las familias cristianas, porque su mayor anhelo fue, desde el amor, cumplir la voluntad de Dios.
La Familia de Nazaret, Jesús, María y José, ciertamente, es única y diversa de todas las demás por su singular vocación vinculada a la misión del Hijo de Dios y porque nos señala el horizonte de Dios, su voluntad sobre nosotros y el destino al que estamos destinados. Pero, a la vez, la Familia de Nazaret fue una familia como todas las demás y modelo para todas: es modelo de amor conyugal, de colaboración, de sacrificio, de ponerse en manos de la divina Providencia, de laboriosidad y de solidaridad; es decir, de todos los valores que la familia cristiana conserva y promueve, a imagen de la Familia de Nazaret, contribuyendo de modo eficaz a formar el entramado básico y positivo de toda la sociedad.
La familia es ciertamente una gracia de Dios, que deja traslucir el mismo ser de Dios: el amor. Dios es amor. Un amor enteramente gratuito, que sustenta la fidelidad sin límites, aun en los momentos de dificultad, dolor, oscuridad o abatimiento.
Qué suerte hemos tenido la mayoría de nosotros al nacer y ser acogidos como hijos en una familia cristiana. En ella hemos encontrado amor, cuidados, protección; hemos aprendido a convivir y amar, mayores, adultos, jóvenes y niños; Hemos conocido la existencia de Dios, y Él se ha hecho muy presente en nuestra vida, en las fiestas y celebraciones familiares, en los momentos de alegría y de enfermedad, en nuestras equivocaciones y aciertos, en el respeto, la convivencia, la fidelidad permanente y la gratuidad del vivir familiar.
Por ello, queridas familias, no dejéis que el amor, la apertura a la vida, los valores cristianos y los lazos incomparables que unen y mantienen vuestro hogar bendecido por el sacramento del Matrimonio se desvirtúen o desaparezcan. Pedídselo constantemente al Señor y a su Madre santísima, Santa María, orad juntos, para que vuestros propósitos sean iluminados por la fe y ensalzados por la gracia divina en el camino hacia la santidad. De este modo, con el gozo de vuestro compartir todo en el amor, daréis al mundo un hermoso testimonio de lo importante que es la familia para un cristiano, para el ser humano y para la sociedad.
La familia, fundada sobre el matrimonio, está también llamada, al igual que la Iglesia, a ser imagen del Dios Único en Tres Personas. Unidad en la diversidad, como una familia. Dios creó el ser humano, hombre y mujer, con la misma dignidad, pero también con características propias y complementarias, para que los dos fueran un don el uno para el otro, se valoraran recíprocamente y construyeran una comunidad de vida y amor. El amor es lo que hace de la persona humana la auténtica imagen de la Trinidad, imagen de Dios.
Queridas familias: vivir gozosos los valores cristianos. Vuestro amor es fecundo y semejante al de Dios, en primer lugar, para vosotros mismos, porque deseáis y realizáis el bien el uno al otro, experimentando la alegría del recibir y del dar. Vuestro amor es fecundo también en la procreación, generosa y responsable, de los hijos, en el cuidado esmerado de ellos y en su educación armónica y sabia. Vuestro amor es fecundo para la sociedad, porque la vida familiar es la primera e insustituible escuela de virtudes sociales. Vuestra vocación ciertamente no es fácil de vivir, especialmente hoy, pero el amor es una realidad maravillosa, es la única fuerza que puede verdaderamente transformar el mundo y la Iglesia.
Como tantas familias cristianas manteneos en los caminos que hacen crecer en el amor: mantener una relación constante con Dios y participar en la vida de la Iglesia, de la parroquia, cultivar el diálogo, respetar el punto de vista del otro, estar dispuestos a servir, tener paciencia con los defectos de los demás, saber perdonar y pedir perdón, superar con inteligencia y humildad los posibles conflictos, estar abiertos a las demás familias, muy cercanos a los más necesitados y ser responsables en la sociedad civil. Todos ellos son elementos que van construyendo la familia cristiana. Y esta, la familia, es la institución básica para transmitir la fe.
Me uno estrechamente a vuestra alegría y acción de gracias al Señor al celebrar vuestras Bodas de Oro y de Plata Matrimoniales. Qué magnífico, desconcertante a veces, y gozoso el camino recorrido juntos bajo la presencia y protección de la Sagrada Familia, Jesús, María y José, y de la Trinidad Divina, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Que el Dios lleno de amor y con un corazón muy grande, inmenso, os siga bendiciendo y fortaleciendo a todas vuestras familias. Muchas Felicidades.
Ángel Fernández Collado
Obispo de Albacete