Manuel de Diego Martín
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19 de junio de 2010
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Tenía deseos y curiosidad por conocer Villanueva de los Infantes, ya que en este pueblo nació Santo Tomás de Villanueva, el gran arzobispo de Valencia. Recuerdo que de chico ya había oído hablar de él a un tío mío agustino, puesto que el santo y gran obispo era de la orden agustiniana.
El otro día tuve la suerte de visitar Villanueva, y no me encuentro sólo con un Tomás, sino con dos. Al santo arzobispo hay que añadir el venerable trinitario fray Tomás de la Virgen, también nacido en ese pueblo.
Me impresionó conocer un poco la biografía de este gran hombre. Un religioso de grandes virtudes que pasó cuarenta años de su vida postrada en una cama. Había tomado como su primera tarea el vivir la pasión de Cristo en este mundo. No se pudrió de tristeza en su celda, sino que al contrario hasta su lecho de dolor acudían reyes, nobles, gentes de toda clase social para pedir consejo a este pobre fraile, y todos salían confortados para hacer frente a la vida.
La vida de fray Tomás me lleva por su gran parecido a recordar la vida del periodista Manuel lozano Garrido, el Lolo, que el día 12 de este mes fue beatificado en Linares. Este hombre también estuvo veintiocho años enfermo, en una silla de ruedas, y los últimos doce años, también ciego. Pero el seguía escribiendo y dictando artículos de prensa que ayudaban a vivir. Se le ha calificado como el “santo de la alegría” y como el “periodista de la esperanza”.
El Obispo Montero decía que si toda su obra periodística se exprimiese como un limón, de ahí no rezumaría otra cosa que esperanza. Y el popular periodista, Tico Medina, íntimo amigo suyo, añadía: “desde su silla de ruedas no veía otra cosa que a Dios, aunque escuchando el latido del mundo”. Pudiéramos decir de él que tenía el corazón en el cielo, pero sus ruedas bien clavadas en la tierra.
Si el Lolo ha sido aclamado beato para ser modelo de virtudes cristianas, hoy queremos verlo también como modelo de periodistas. De su pluma salió el decálogo del periodista que es un canto a la búsqueda de la verdad, y al compromiso con la dignidad del ser humano. El tenía la virtud de comunicar aquellos temas para hacer crecer a todos en humanidad. Cuando vemos tanto periodismo de navajeo, en el que la mentira no importa, donde lo suyo es tirarse a la yugular del adversario, en el Lolo vemos a un periodista santo que nos enseña las mejores artes del periodismo.