Manuel de Diego Martín

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20 de junio de 2015

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El viernes, 12 de junio por la tarde y el sábado tuvo el pueblo de Hellín como huésped a nada más ni nada menos que al cardenal Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa (Honduras) y una de las personalidades más reconocidas en el ámbito eclesial del mundo entero. Puesto que Madariaga es el presidente de Caritas Internacional, los miembros de Caritas de Hellín tuvieron la suerte de tener con él una reunión de trabajo, en la que pudieron disfrutar de su saber y compromiso. Todos quedaron muy contentos y me decía el consiliario Javier Cano, que ya les había puesto deberes, tal como era estudiar la nueva Encíclica que el Papa ha publicado estos días y que deben hacer conocer a todos los más posibles.

La venida del Cardenal se debía a la celebración del inicio del jubileo de los 75 años en que se fundó la Congregación de las Misioneras de la Caridad y la Providencia. Estas religiosas nacieron en Madrid fundadas por la venerable María Luisa Zancajo. Unos años más tarde, esta santa mujer, impulsada por la acción del Espíritu Santo, aterrizó en las Cuevas de Hellín. En su corazón latía ese fuego de amor y misericordia hacia los más pobres y esto se concretó con su trabajo misionero en el barrio. De esta manera la Casa de Hellín llegó a convertirse en la Casa Madre de la Congregación, donde reposan sus restos mortales.

El Cardenal celebró la Eucaristía en la parroquia de la Asunción de Hellín, llena de fieles seguidores del Carisma de Madre María Luisa. Nos hizo ver el Cardenal en la homilía la grandiosa figura de amor y misericordia de esta santa mujer, y cómo su amor y ofrenda a Jesús, le llevaron a entregarse a los más pobres. Esta mujer entendió muy bien lo que es la Misericordia de Dios en estos momentos en que nos preparamos a celebrar el año Jubilar de la Misericordia. Y les recordó a las Hermanas cómo tienen que hacer suyos los objetivos que el Papa ha propuesto para este año de la vida consagrada que estamos celebrando. Deben hacer memoria agradecida de lo que fue la figura de su santa madre. Tienen que vivir el presente con pasión para romper esa indiferencia globalizada. Están llamadas a abrazar el futuro con esperanza en nuestro mundo de hoy que aparece a veces tan desesperanzado.

Una de las razones que explican que un hombre tan ilustre y tan ocupado, llegue a Hellín es que en Honduras y en su misma Archidiócesis, las Misioneras de la Caridad y Providencia tienen Casas, llevando adelante toda esa misión de amor y misericordia que bebieron de su Madre fundadora y el Cardenal, consciente del bien que están haciendo entre sus gentes, ha querido agradecerlo de esta manera. Amor con amor se paga.

En la comida me tocó estar cara a cara con el Cardenal. No me lo podía creer. Allí estaba el presidente de Caritas Internacional, el Coordinador del equipo de Cardenales que el Papa Francisco ha formado para reformar la Curia. Allí estaba el que en el cónclave en que salió Benedicto XVI sonó con tanta fuerza que era posible que saliera Maradiaga y en este último conclave también ha sonado su nombre. Pero, a la vez, ¡qué hombre más sencillo, cordial y evangélico! En la conversación repasamos todos los desajustes que América Latina está sufriendo, pero lo suyo era llevarnos a la esperanza.

Así pues, podemos decir que el paso de Madariaga por Hellín ha sido como un sueño, pero que tiene un dulce despertar. En primer lugar nos ha hecho recordar, con esa emoción que transparentaban sus palabras, todo el amor y la misericordia de madre María Luisa hacia los pobres. En la homilía se le escapó decir que pronto la veremos en los altares, a lo que siguió un fervoroso aplauso. También su presencia nos animó a entregar con más empeño nuestras vidas a los más pobres, pues eso es lo que él está haciendo y predicando de mil maneras en el mundo entero.