María José Alfaro Medina

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7 de septiembre de 2025

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…es nuestro aniversario”. Así decía una conocida canción del grupo Mecano, difícil de olvidar para los de mi generación. Y en mi caso aún más, pues tal día como hoy, hace cincuenta años, mis padres se casaban, de la manera tradicional en aquel entonces y cada vez menos habitual. Se comprometían ante Dios, eso significa el matrimonio por la Iglesia, poner en medio de la pareja a Dios, confiando a Él lo bueno y lo malo, el futuro que vendrá, y a quienes vendrán.

Cuando Jesús nos dice que para ser sus discípulos hay que dejarlo todo, y a todos, no se refiere a que lo hagamos literalmente, abandonando lo material y a nuestros seres queridos (aunque benditos sean los que lo siguen haciendo). Jesús quiere decirnos que no hagamos nada sin tenerlo antes presente a Él, en nuestras vidas, en nuestro pensamiento y, sobre todo, en nuestro corazón. Nos dice que lo elijamos a Él, para que sea el centro de todo, esa es la mayor garantía, porque quizás no sea fácil el camino, pero Él siempre estará con nosotros.

Elegirlo a Él significa hacernos testigos de esperanza. Y ese “hacernos” significa un trabajo previo, interior, antes de serlo para los demás. Significa que todo aquello que Jesús nos dice tenemos que asimilarlo en silencio, en lo más profundo de nosotros mismos. Es un trabajo individual, porque nadie puede convencernos de aquello a lo que nosotros no abrimos la puerta libremente, pero en el que no estamos solos, siempre habrá personas dispuestas a acompañarnos.

Lo de primero “ser” para luego “hacer” y “ser para los demás” nos aleja de la muchedumbre, esa que siempre seguía a Jesús buscando milagros y queriendo ver a Aquel del que todos hablaban. Ser discípulo va más allá. El camino de la Verdad es de Tú a tú, de Corazón a corazón, donde no caben máscaras ni maquillajes, donde me descubro en lo que soy, sabiendo que todo aquello que no me gusta, quizás pueda cambiar, que todas las heridas que el tiempo ha ido dejando, pueden sanar. Por eso la primera elección tiene que ser Él, para que luego Él esté en todo lo demás.

Es inevitable, reflexionando esto, no recordar el evangelio de Marta y María. Se nos dice que tiene que haber un equilibrio de ambas en nosotros, sí, pero antes debemos ser María, para que todo lo que hagamos sea desde el corazón, donde habita Jesús, y eso sólo lo podemos hacer desde el encuentro personal con Él. Sólo así primará en nosotros el amor, la alegría y la esperanza en nuestras acciones.

Cada día es más duro, y lleva muchísimo tiempo siéndolo, ver las noticias. Quisiéramos cambiar el mundo, eliminar el sufrimiento, el hambre, la guerra… pero no podemos. Lo que sí está en nuestras manos es cambiar con pequeñas acciones el mundo que nos rodea: ser “paz” en nuestras relaciones cotidianas, ser “consuelo” acercándonos al que lo está pasando mal, “caridad” con nuestro tiempo, “pan” con nuestras palabras… Y todo brotará sin esfuerzo si es Cristo el centro de nuestra vida.

Hoy iré a misa con mi madre, al templo donde recibió la bendición de Dios al unirse con mi padre, quien nos mirará desde el cielo, viendo como durante todo este tiempo Dios los acompañó en lo bueno y lo malo, la salud y la enfermedad… Y daré gracias por ellos, y por la presencia constante de Dios a lo largo de todos estos años.

El 7 de septiembre también es… ¡Feliz Feria de Albacete! ¡Viva la Virgen de los Llanos!