Manuel de Diego Martín

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11 de octubre de 2014

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El pasado 7 de octubre tuvo lugar, en la Casa de Ejercicios, la profesión religiosa de dos jóvenes nicaragüenses, Exma Asaina Wiklson Amstram y Janneth Isabel Néstor Pedro, pertenecientes al Instituto Ecuménico María Madre de la Unidad, conocidas también como Dominicas de la Unidad, en una celebración presidida por nuestro Obispo D. Ciriaco.

La Diócesis de Albacete tiene el gran honor de que este Instituto religioso haya nacido entre nosotros. Fue fundado por el padre dominico Manuel Bueno y aprobado canónicamente por el que fuera nuestro querido Obispo, que en paz descanse, D. Ireneo García Alonso, por los años setenta, teniendo como sede el Santuario de Alcaraz. Eran los años del post-concilio y en todos los ambientes se pedía con urgencia la unidad de los cristianos para poder ser testigos de Jesús. Este carisma responde a la urgencia de dicha llamada. Más tarde, el padre fundador marchó a Méjico donde se extendió el Instituto y llegó a otros países de Hispanoamérica. Esta es la razón por la que estas jóvenes de Nicaragua hayan llegado hasta aquí, a la casa Madre, para probar su vocación e ingresar en este Instituto.

Fue un momento realmente emotivo aquel en el que las jóvenes profesas, de rodillas, delante de la Superiora General, madre Pueblito, hicieron la profesión de seguir la regla de santo Domingo de Guzmán, ofreciendo toda su vida en obediencia, pobreza y castidad, dedicadas a la contemplación y a la acción por trabajar por el incomparable bien de la unión de los cristianos y de todos los hombres en la Iglesia visible de Cristo.

¡Qué hermosa tarea el dedicar toda una vida a trabajar por la unidad cuando suenan tantos tambores de guerra en el ancho mundo propiciando secesiones y a veces divisiones que acaban en guerras fratricidas! Tenemos que dar gracias a Dios que en la Diócesis tengamos dos comunidades de este Instituto con religiosas jóvenes dedicadas a esta tarea de la unidad. Una de ellas está ubicada en el Santuario de Cortes, y la otra en la Casa Diocesana de Ejercicios. Me decían estas religiosas que todas las mañanas en el rezo de Laúdes, recitan la oración sacerdotal, aquella que Jesús hizo en el Cenáculo, antes de ir a la Cruz, como su mejor testamento: “Padre, que todos sean uno, para que el mundo crea que Tú me has enviado”. Felicitamos a estas jóvenes, a la vez que pedimos que vengan nuevas vocaciones, para trabajar por la unidad. Es una causa que merece la pena.