José Javier Alejo López

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26 de septiembre de 2020

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El Evangelio de este Domingo es una gran provocación a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo de Israel. Jesús les pregunta: ¿Qué os parece? Con esta pregunta hace que tengan que tomar partido y definirse con la siguiente parábola que les propone, es muy sencilla, pero con hondo contenido. Un padre que tiene dos hijos a los dos los manda a su viña a trabajar. Uno le dice voy, pero no va, el otro le dice no quiero, pero después va. Y la pregunta que les lanza Jesús es ¿quién de los dos hizo lo que quería el padre?

Veamos las claves para interpretarla; el padre es Dios, la viña es el mundo, el trabajo es la extensión del Reino de Dios, los dos hijos son enviados a construir el Reino y aquí las dos formas de responder con los labios o con las obras. El primer hijo con los labios le dice que sí, pero después no va. El otro con los labios le dice que no pero después se arrepiente y va y trabaja. Esta son las dos formas que tenemos de relacionarnos con Dios y cumplir su voluntad. Hacerlo sólo con los labios, pero no concretarlo con nuestras obras. 

Son unas palabras duras para la gente que se cree religiosa que cumple con los preceptos religiosos, con las prácticas de piedad pero que después sus obras no se corresponden con esas prácticas de piedad porque no construyen el Reino de Dios que es el Reino de la justicia, el amor, la paz…sino que por el contrario su vida muchas veces es todo lo contrario .Es lo que pasa con mucha gente que se cree que con cumplir ciertos actos de piedad ya están con derecho a la salvación muy lejos de saber que si las prácticas de piedad no se traducen en obras concretas están vacías. Es lo que les pasaba a los sumos sacerdotes y ancianos y es lo que les pasa a muchas personas creyentes de hoy y que son fuente de escándalo para muchos no creyentes. 

La segunda actitud representada en el otro hijo es símbolo de tanta gente impía, no religiosa que aparentemente está lejos de Dios pero que después traducen en obras la extensión del Reino de amor, justicia, verdad y paz…Hay una palabra clave es la de se arrepintió, se arrepiente de haber dicho que no quiere trabajar en la viña y sin volver a decirle que si le dice si con las obras y no con las palabras. 

Al final este es el que hace la voluntad del padre y el que había dado el sí es el que no la hace. Por lo que Jesús nos está haciendo caer en la cuenta de que tenemos que revisar nuestra vida y ver si nuestras obras están cumpliendo la voluntad del padre. Jesús no quiere decirnos que no hagamos actos de piedad, pero si que esos actos sino se traducen en obras son vacíos por lo que la finalidad de los actos de piedad y nuestra religiosidad auténtica será valida en la medida que los traduzcamos en buenas obras. Porque el Señor al final de nuestra vida nos examinará del amor. 

Y la conclusión del Evangelio es mucho más provocadora es la conclusión de toda esta enseñanza de Jesús: Los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el reino de Dios, no porque sea bueno lo que hacen sino porque ellos se arrepintieron y cambiaron de vida con la predicación de Juan, el bautista. Sin embargo, los sumos sacerdotes y ancianos quedaron indiferentes ante el mensaje de Juan y siguieron en su mediocridad y pensando que eso no iba con ellos. Es lo que nos pasa a nosotros los que nos pasa muchas veces a los cristianos que pensamos que lo hacemos todo bien y que ese mensaje que escuchamos en el evangelio es para los que son malos y nos quedamos en nuestra mediocridad y tibieza. Por eso el menaje de Jesús en este domingo es para revisar profundamente nuestras obras y preguntarnos si de verdad estamos cada uno de nosotros construyendo el reino de Dios que es justicia, verdad, amor y paz.