Manuel de Diego Martín
|
12 de julio de 2014
|
152
Visitas: 152
El pasado mes de junio, en la fiesta de S. Luis Gonzaga, dos jóvenes, Bibiana Sipopi procedente de Angola y Natividad Díaz, originaria de Nicaragua, hacían su profesión solemne al Señor en la Congregación de las Misioneras de la Caridad y de la Providencia de Hellín, fundadas por la Madre María Luisa Zancajo, cuya causa de beatificación está en marcha. Las religiosas quisieron celebrar su consagración en el día del santo de la madre Fundadora. Estas muchachas han pasado unos años de formación, primero el postulantado, después el noviciado y los primeros votos. Una vez transcurridos tres años como religiosas de votos simples, llegan a los perpetuos, dicho de otra manera, hacen su consagración definitiva al Señor.
Fue una ceremonia muy emotiva presidida por el Sr. Obispo. En la homilía D. Ciriaco nos hizo comprender el desafío que supone para unas jóvenes el ir a contracorriente frente a los valores de nuestra época. En un mundo donde el tener es lo que priva, ellas hacen voto de pobreza para vivir en un despojamiento de si mismas. En un mundo en el que lo que manda es la autonomía personal, ser uno mismo y hacer lo que uno le venga en gana, ellas hacen el voto de obediencia, que significa esa disponibilidad ante sus superiores para buscar siempre la voluntad de Dios. En un mundo supererotizado, en el que hay barra libre para el disfrute de la sexualidad en todas sus formas, estas chicas hacen voto de castidad para ofrecer todo su amor a Dios que las lleva al servicio de los demás.
Después de la homilía, las hermanas de rodillas ante su Madre General expresaron su decisión de consagrarse totalmente al Señor. Después de decir su nombre, añadían: “Ante la Santísima Trinidad y bajo el amparo de María Auxiliadora hago voto de pobreza, castidad, obediencia y víctima de amor para toda la vida…”. Por falta de espacio no reproduzco toda la fórmula, pero si quiero hacerme eco de esa afirmación de “victima de amor” que es propio del carisma de esta Congregación que puede traducirse en ser capaces de todo por amor a Jesucristo.
Esta Congregación nació en Hellín hace unos cincuenta años en el Barrio de las Cuevas al que llegó providencialmente la Madre María Luisa. Afincada en el barrio y siempre al servicio de los más necesitados, se ha extendido por América Latina y Angola, de donde proceden nuestras nuevas profesas.
Pidamos al Señor que no falten vocaciones a estas religiosas para que puedan seguir llevando al mundo este mensaje de amor, de juventud y esperanza. En un mundo de egoísmos planetarios, de materialismos y hedonismos reinantes, donde cada uno va a los suyo en un feroz individualismo, ver dos jóvenes que consagran su vida para vivir como Jesús llevando amor y esperanza al mundo, es ciertamente un regalo del cielo.