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8 de agosto de 2015

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Vivimos en una sociedad muy preocupada por la nutrición y la salud corporal. Procuramos llevar una dieta equilibrada; ir unos días por semana al gimnasio… incluso en estas noches de verano te vas encontrando gente haciendo un paseíto nocturno, o sea, su particular “ruta del colesterol”. Hay que estar en forma, hay que perder esos quilillos de más.

Pues el Evangelio de este domingo también nos habla de nutrición, pero de nutrición espiritual. Hoy el Señor, Jesús hace una de sus famosas declaraciones que nos revelan quién es: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.

Para ir entrando en situación, recordemos que el último domingo de julio, el Evangelio nos detallaba como Jesús hizo uno de sus grandes signos: la multiplicación de los panes y los peces, y como lo querían hacer rey, el se retiró a la montaña. A raíz de ese signo la gente lo busca; tanto los que creen en Él, como los que lo rechazan. Quieren saber quién esy Jesús comienza a revelárselo desde la sinagoga de Cafarnaún con el conocido discurso del pan de vida en el que Jesús se autorrevela como el Salvador: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”.

A partir de este momento juega un papel muy importante la fe. Vemos como unos lo rechazan: – «¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?». Sin embargo Jesús responde:– «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado». Es decir, sólo desde la fe se puede aceptar a Cristo como alimento para la vida eterna.

Es el momento de preguntarte, querido lector: ¿cómo andas de fe?, ¿la cuidas?, ¿estás abierto a acoger el mensaje de Jesús?, ¿tienes hambre de Dios y de vida eterna?

Tal vez andemos espiritualmente desnutridos, tal vez necesitamos ir a la Clínica (Iglesia) para que nos pongan una dieta equilibrada. Recordemos lo que nos dijo el papa Francisco en la pasada fiesta del Corpus Christi: “la Eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los débiles; para los pecadores es el perdón, el viático que nos ayuda a andar, a caminar”. Pues adelante, vamos a ponernos en forma, pásate por tu parroquia, confiésate y comulga… ¿No tienes hambre de vida eterna?, ¿no necesitas fortalecer tu espíritu?

Cristo te espera cada domingo para entregarse por ti como se entregó en el Calvario. Te animo a que vayas a comulgar… pero ¿qué es comulgar?Comulgar es entrar en comunión con Cristo, vivir su misma vida de entrega. Una vida rota (pan partido), triturada, masticada… una vida para que la consuman, es dejarte devorar; y eso te compromete y mucho. Somos lo que comemos; si comulgamos a Cristo, tenemos que ser otros cristos. Pues sí, es ahí donde está la clave para tener vitalidad espiritual; para ser un regalo para los demás; cojamos entonces fuerzas comulgando al Señor.

A lo largo de la Historia, la Eucaristía siempre ha sido nuestra fuerza:

A comienzos del siglo IV durante la persecución de Diocleciano, arrestaron en Abitinia (actual Túnez) a 49 cristianos por reunirse ilegalmente los domingos. El procónsul les preguntó por qué habían transgredido la severa orden del emperador y ellos respondieron: “Sine dominico non possumus”; es decir, sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir. Nos faltarían las fuerzas para afrontar las dificultades diarias y no sucumbir.

Otro ejemplo del vigor que ofrece la Eucaristía es la historia martirial del beato Tito Brandsma, perseguido por el régimen nazi. Este sacerdote carmelita fue brutalmente tratado, apaleado, humillado, hicieron experimentos con su cuerpo cuando aún estaba con vida en el campo de concentración de Dachau. ¿Qué es lo que le daba fuerzas para vivir entregado a sus compañeros? ¿Cómo pudo soportar ese infierno? Gracias a la Eucaristía, llevaba una forma consagrada en el interior de la funda de sus gafas de la que se iba nutriendo.

Pero, ¿y los cristianos perseguidos hoy en Siria, en Irak, de dónde sacan fuerzas? De la Eucaristía.

En las zonas más rurales de nuestra diócesis algunos pueblos ya no tienen Eucaristía todos los domingos; y sin embargo siguen teniendo hambre de Dios, hambre de vida eterna… Necesitamos “nutricionistas”, necesitamos jóvenes con vida eucarística que quieran entregarse para alimentar a nuestro pueblo con EL PAN DE VIDA…

Querido lector y amigo: ¡Qué importante es una buena nutrición! No te olvides este domingo de la Eucaristía, no te olvides del PAN DE VIDA, tenemos que coger fuerzas.

Rafael Miguel López Martínez
Párroco de Villapalacios