Manuel de Diego Martín
|
1 de septiembre de 2007
|
191
Visitas: 191
En el pasado mes de mayo se celebró en el Santuario de la Virgen Aparecida del Brasil la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe. El Papa asistió a la apertura de este encuentro con un magnífico discurso.
Ahora nos ha llegado el Documento conclusivo de la Conferencia. Es un extensísimo documento que no tiene desperdicio. Su lectura nos llena de esperanza, puesto que ha sido redactado por los obispos de un continente que tiene un gran futuro cristiano. Juan Pablo II lo calificó como el Continente de la esperanza, la Iglesia de la esperanza.
El lema del encuentro ha sido: “Discípulos y misioneros”. Todos los cristianos latinoamericanos tienen que ponerse de pie para ser discípulos de Jesús, para seguir en el aprendizaje del camino de Jesús, para llegar asimilar en sus vidas los valores del reino. Y luego lanzarse por las calles, por los barrios, por los campos, por las selvas para anunciar a todos el evangelio de Jesús.
He disfrutado mucho leyendo el documento. No he encontrado cosas nuevas, sino recordar tantas cosas bien sabidas pero que hay que revivir cada día en la conciencia.
Me ha entusiasmado el cap. 3 en donde se habla del evangelio de Jesús, de la buena noticia que hay que comunicar. La buena noticia de la dignidad del hombre. En pueblos en donde tantísimos viven despojados de los derechos humanos hay que seguir clamando por la dignidad del hombre. También la buena noticia sobre la vida humana, la vida que hay que defender desde los principios hasta el final natural.
La buena noticia de la familia, una familia que hay que defender contra todas las formas que intenten pulverizarla. Se habla de la buena noticia de la actividad laboral y de los derechos que tienen que existir en las relaciones del trabajo. La buena noticia de los bienes de este mundo que han sido dados a todos y que hay que guardar. Se hace un canto al respeto a la naturaleza y a la ecología.
Esta reflexión me hace pensar en nuestros amigos inmigrantes que vienen de aquellas tierras en busca de un futuro mejor. Empecemos a ser nosotros mismos esa buena noticia del evangelio. Que los tratemos con dignidad, que puedan vivir su vida de familia. Que seamos justos en las relaciones laborales. Que sepamos compartir en fraternidad los bienes de este mundo. De alguna manera los obispos latinoamericanos nos están recordando en este documento, la manera que los cristianos, los seguidores de Jesús debemos tratar sus hijos que están aquí entre nosotros.