Pablo Bermejo
|
14 de julio de 2007
|
13
Visitas: 13
El jueves de la semana pasada salí de fiesta con un amigo y Arnold, un conocido de Senegal estudiante en Francia pero que ha venido a hacer el proyecto de fin de carrera a Albacete. Ya he estado de estancia en el extranjero varias veces y sé cómo se agradece que tus compañeros de estudios te inviten a dar una vuelta por la nueva ciudad donde no conoces a nadie. La noche transcurrió apaciblemente mientras nos reíamos intentando hablar en castellano, inglés y francés con Arnold.
Después de tomar unos mojitos cubanos en La Zona, fuimos al pub ‘Cottonn’. Primero entré yo y al ver que no pasaban salí y me encontré con mi amigo discutiendo con el portero, pues resultaba que no dejaban entrar a Arnold. Mi amigo le decía al portero que le indicara dónde había un cartel que dijera que los negros no podían pasar, y el portero se excusaba diciendo que era lo que le habían ordenado. Arnold se alejaba lentamente de la puerta y fui a por él, para explicarle que no se tenía que preocupar por nada. Aunque no sabe mucho castellano se dio cuenta perfectamente de lo que estaba sucediendo y decía que lo entendía, que nos fuéramos.
Eso sí que me enfureció bastante, ¿que lo entendía? ¿Cómo era posible que una persona pueda llegar a entender que por el color de su piel no le dejen entrar a un pub? Si eso me sucediera en Inglaterra por ser español, me sentiría agraviado y pondría el grito en el cielo. Y jamás podría llegar a entenderlo. La discusión continuaba con el portero repitiendo lo mismo hasta que salió un camarero que casualmente conocía a mi amigo, el cual ya estaba hablando de denunciar al pub. No hablaron más que dos frases y enseguida el camarero se llevó las manos a la cabeza y dijo que por supuesto que Arnold podía entrar, y que las órdenes que tenía el portero era de no dejar entrar a pintas.
De ahí el portero, que por cierto no era español, sacó la conclusión de que Arnold no podía entrar. Por supuesto Arnold ya no quería entrar y nos fuimos a otro sitio. Le pedimos que por favor no pensara que en España todo el mundo se comporta así y dijo muy amablemente que si él creyera eso no habría venido de estancia a este país. Además al final la noche acabó bien para él, pues se le presentó una albaceteña muy guapa y una hora más tarde les dejamos hablando pues éramos nosotros los que ya no pintábamos nada ahí.