+ Mons. D. Ángel Fernández Collado

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20 de marzo de 2021

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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]L[/fusion_dropcap]a fiesta litúrgica de san José, el 19 de marzo, va íntimamente unida a la celebración del Día del Seminario. Este año 2021, la persona de san José tiene una relevancia especial, pues el Papa Francisco lo ha establecido como “Año de san José”. Así lo decidió el 8 de diciembre de 2020, fiesta de la Inmaculada Concepción de María, al cumplirse los 150 años de la proclamación de San José, por el Papa Pío IX, como patrón de la Iglesia Católica. Con este gesto, el papa Francisco ha querido perpetuar esta dedicación o cuidado de la Iglesia a la custodia de san José. 

El lema elegido para la Campaña y Dia del Seminario de este año 2021 es: «Padre y hermano, como san José», con el objetivo de iluminar cómo los sacerdotes, pasados los años de formación como seminaristas, forjados en la escuela de Nazaret, bajo el cuidado de san José y la mano providente de Dios, son enviados a cuidar la vida de cada persona, con el corazón de un padre, sabiendo que, además, cada uno de ellos es su hermano. 

Al conocer el lema de esta celebración, “Padre y hermano, como san José”, nos preguntamos: ¿Por qué se le confía a san José esta misión respecto a los seminaristas y futuros sacerdotes? San Juan Pablo II nos contesta con estas palabras: «Al igual que José cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia, de la que la Virgen santa es figura y modelo». Dios puso en manos de san José a María y a Jesús, dándole la misión de cuidarlos y protegerlos. Por extensión puso también en sus manos a la Iglesia, como Cuerpo de Cristo, para seguir siendo protegida por él. 

San José, aparte de otros muchos patronatos, es el patrón de los Seminarios y de los seminaristas. El cuidó de la Sagrada Familia en el hogar de Nazaret, ese lugar oculto en el que nuestro Salvador, estando sujeto a José y María, fue «creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2, 52). Cada Seminario, a semejanza del hogar de Nazaret, quiere ser ese lugar donde se cuide y haga crecer un gran regalo divino: la vocación al Sacerdocio. Tarea suya es custodiar y cultivar las vocaciones, para que den frutos maduros como sacerdotes de Jesucristo.

La Iglesia, al celebrar este Día del Seminario, mira a san José como “Padre y formador” de futuros sacerdotes. Sin quitar protagonismo al Espíritu Santo, ni a la Virgen María, podríamos decir que san José, como padre judío encargado de la educación de su hijo, fue «el primer formador” de un seminario. Por ello, aquel que cuidó y forjó las manos y la persona de Jesús es también padre de los seminaristas, de aquellos que han recibido la llamada a configurar su vida con Cristo en el sacerdocio.

Él, que guardó y protegió a Jesús en sus primeros años de vida en la tierra, guarda y custodia igualmente la vida y la vocación de aquellos que se ponen en manos de Dios, a través de la Iglesia, para ser configurados por Él, a imagen de Cristo Sacerdote y Buen Pastor. 

San José pasó por la vida sin hacer mucho ruido, muy discretamente, pero con un papel fundamental para el desarrollo del plan salvífico de Dios: su actitud de escucha a Dios y de disponibilidad ante Él servirán para que los primeros años de la vida terrena de Jesús se desarrollen según el designio de Dios. San José será un instrumento de Dios y canal por el que la gracia, en Cristo, llegue adecuadamente a la humanidad, en colaboración con la Virgen María. 

San José, con su comportamiento tan discreto, favoreció que fuese Dios el verdaderamente importante, convirtiéndose él, en el custodio de los planes de Dios, al mismo tiempo que guardaba y custodiaba a la Sagrada Familia de Nazaret. San José era consciente de que aquellos a los que protegía no le pertenecían como algo propio, sino que su misión era guardarlos y protegerlos en su nombre. 

Pedimos al Señor que suscite muchas y santas vocaciones a la vida sacerdotal en nuestra diócesis de Albacete, que se consolide el “Seminario en familia”, en fin de semana, y que derrame su gracias abundantes sobre todos aquellos que han dicho “sí” a la llamada de Dios, a seguirle en el servicio a los hermanos desde el ministerio sacerdotal. Rezamos de una manera especial por nuestros seminaristas: José Juan, Alejandro, Saúl, y Erick, y por todos aquellos jóvenes a quienes el Señor pueda estar llamando a servir a los demás y a la Iglesia como sacerdotes de Jesucristo.