+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos
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16 de noviembre de 2013
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]Q[/fusion_dropcap]ueridos diocesanos:
El Día de la Iglesia Diocesana, que vamos a celebrar, una vez más, el domingo 17 de noviembre, es una ocasión oportuna para renovar vuestro sentido de pertenencia a la misma, para intensificar vuestra colaboración en sus actividades, para sentir como propias sus necesidades. Cada uno de los diocesanos ha de grabar en el alma esta convicción: “Yo también soy la Iglesia”.
A todos los miembros de la Iglesia nos ha sido confiada solidariamente una tarea tan difícil como apasionante: anunciar la Buena Nueva que es Jesucristo. Él es la aportación más necesaria y la riqueza más grande que nuestra Iglesia puede ofrecer al mundo. De Él aprendemos lo que tan expresivamente dice el Papa Francisco: “la capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones, cercanía, proximidad”.
“La Iglesia con todos, al servicio de todos” es el lema en que se enmarca este año el Día de la Iglesia Diocesana. Si es cierto que los pecados de todos los que somos sus miembros desfiguran el rostro de la Iglesia, no es menos cierto que la santidad admirable de muchos lo embellecen con creces. Nadie puede presentar un palmarés tan excelente y numeroso de personas que han hecho y siguen haciendo de sus vidas un canto tan gratuito de servicio a los más pobres como lo presenta nuestra Iglesia. Ahora mismo, gracias a vosotros y a vuestra generosidad, está siendo posible que se cuenten por miles las personas que, en estos duros años de crisis económica, están siendo socorridas en sus necesidades.
Una persona que ha empezado a redescubrir la Iglesia, después de muchos años de alejamiento de la misma, me decía, lamentando la crisis de sentido y de valores de nuestra sociedad y alabando la labor social de la Iglesia: “La Iglesia, tal y como va el mundo, si no existiera, habría que inventarla”.
Vivamos en este Día de la Iglesia Diocesana el gozo de pertenecer a esta buena familia. Participemos más intensamente en su vida y misión, para que sea “la Iglesia con todos, al servicio de todos”.
Con mi gratitud, mi afecto y mi bendición.