Manuel de Diego Martín
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1 de marzo de 2008
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Hace sesenta años que la Iglesia española, invitada por el papa Pío XII, emprendió una campaña de ayuda a las Iglesias de Hispanoamérica, puesto que nosotros en aquel entonces podíamos ayudarles y ellos nos necesitaban con urgencia. Era un deber con la historia, ya que nosotros iniciamos la evangelización de aquel continente, era también un gesto de amor y de justicia seguir ayudándoles a crecer en su fe. De esta manera miles de españoles, sacerdotes y religiosas han dejado allá sus mejores años trabajando por el evangelio. De esta manera nació el día de Hispanoamérica.
Este año celebramos este día con el lema de “América latina, continente en misión”. Es un momento, por tanto, para seguir tomando conciencia de que esta ayuda tiene que seguir adelante, a la vez que sentimos la necesidad de la ayuda que ellos pueden darnos a nosotros.
En la V Asamblea de obispos latinos, celebrada hace unos meses en Brasil, y que gozó con la presencia del Papa Benedicto, quedó muy claro lo que de debe ser una iglesia misionera. De ahí el lema que tiene la campaña de hoy. Se dijo en el discurso final de que todos tenemos que tomar conciencia de que Jesús camino, verdad y vida es el único y verdadero Salvador del mundo. La humanidad entera necesita escuchar este mensaje. Por tanto América Latina debe ser un continente en misión.
En verdad, hoy sentimos entre nosotros cómo este continente está siendo misionero. Hoy los inmigrantes latinos están refrescando y revitalizando nuestras comunidades parroquiales. El otro día me decía una catequista de mi parroquia: “En mi grupo los niños mejores, los más atentos, los más obedientes, a los que se ven más piadosos, son los sur-americanos. Se ve que en sus familias viven la fe cristiana mejor que nosotros”. También ocurre que nuestras casas religiosas, nuestros seminarios que están sufriendo el invierno vocacional, se van repoblando de jóvenes latinos. Va siendo ya una realidad el hecho de que sacerdotes de allá vienen a trabajar entre nosotros, sobre todo para atender a los inmigrantes.
Dicho esto, también tenemos que decir que ellos nos necesitan. Necesitan que sacerdotes y religiosas españolas sigan yendo a América donde tienen tantos retos y desafíos. Por una parte está la falta de formación, y por otro lado el crecimiento de sectas destructoras de la fe cristiana. La pobreza e inestabilidad política de aquellos pueblos están pidiendo a gritos nuestra colaboración. Hay que seguir yendo a América.
Pero también necesitan aquí el cuidado y mimo de nuestras parroquias La violencia de género se da mucho entre ellos. Las cárceles tienen un gran número de hispanos. Las jóvenes parejas que vienen a bautizar a sus hijos en su mayoría viven sin el matrimonio cristiano. Por otra parte copian enseguida lo peor de nosotros, las noches locas y el botellón llevado al extremo. Ellos que vienen tan piadosos, enseguida dejan de ira a misa como los españoles, mientras que en los locutorios pasan la tarde gritando al equipo favorito con la litrona en la mano. Me temo que con estos desarreglos de vida, lleguen los desequilibrios sociales y luego vengan las sectas por acá para hacer entre nosotros los estragos que hacen en tierras americanas. Necesitan pues nuestra ayuda. En una palabra, estamos en un buen día para tomar conciencia de que todos nos necesitamos, todos tenemos que ser misioneros, entre todos tenemos que gritar la verdad al mundo de que Jesús es el único y verdadero Salvador.