Manuel de Diego Martín

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23 de enero de 2016

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El próximo jueves, 28 de enero, fiesta de Santo Tomás de Aquino, las Escuelas Católicas celebran a sus Santos Patronos. De bien nacidos, pues, es el ser agradecidos. ¿Cómo no recordar aquellos gigantes que hicieron de la educación de los niños y de la escuela su primera preocupación? Ahí están S. Juan Bosco, S. José de Calasanz, S. Juan Bautista de la Salle, Marcelino de Champañat y tantos otros…

Naturalmente estos maestros buscaron la educación integral de los muchachos y pensaron que para que esta educación llegase a plenitud tendrían que formar en la fe cristiana. Eran unos santos tan grandes, que no podían imaginar una verdadera vida sin Dios. Los cambios sociológicos, los encuentros de culturas, religiones, etnias han hecho que la educación pueda llegar a todos, eso sí respetando en un sano pluralismo,  pero buscando lo mejor para los chicos. Naturalmente siempre pensando que los padres deben ser los que determinen el camino a seguir y que un colegio religioso no puede renunciar a ofrecer su formación cristiana, a los que quieran seguir este camino, aunque sus puertas estén abiertas a todos.

Hoy día hay grandes problemas en la educación. Por una parte está el fracaso escolar, los chicos no se sienten motivados por el contexto social en que viven. Por otra, asistimos a una violencia en los chicos y una falta de autoridad en los enseñantes que preocupa, y que a veces es propiciada por los mismos padres. Por otra parte hay muchachos que sufren la violencia y el acoso escolar de sus compañeros. ¿Cómo se podrían atajar todos estos males?

Desde hace un poco tiempo, por inspiración del Papa Francisco se ha puesto en marcha una Red de Escuelas para el encuentro, para que alumnos de diferentes colegios, creyentes o no creyentes, de una etnia o de otra, tengan espacios comunes en que como en aulas sin paredes, a través del arte, del deporte y de la tecnología se van educando en la convivencia y en la paz.

Estos días se ha celebrado en Madrid el primer encuentro de estas “Scholas Occurrentes” y se busca que esta capital sea el centro en Europa de estas Redes de Escuelas que propician esta nueva educación. La experiencia se lleva a cabo con chicos de 15 y 16 años que aprenden a vivir y trabajar juntos buscando siempre el bien común.

Así pues vemos como a vino nuevo, odres nuevos. A problemas nuevos, fruto de la nueva sociedad plural en que vivimos, se busquen caminos nuevos. Si los Santos Patronos que recordamos hubieran vivido hoy, hubieran buscado algo semejante. Esperemos que este proyecto lanzado por el Papa tenga un buen recorrido y haga bien a muchos jóvenes. ¡Cómo lo necesitamos en nuestro panorama nacional donde parece que nadie se entiende con nadie porque cada uno va a los suyo!