Manuel de Diego Martín
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6 de mayo de 2006
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Esta semana he vivido dos acontecimientos que me han llevado a mis tiempos de primaria y también a mis años de estudiante de teología, y que me han hecho reflexionar sobre el hoy de nuestra España metida en este laberinto de naciones y realidades nacionales, que no sabemos ni a dónde nos llevarán ni en qué vamos a parar.
Ahí está la fecha del dos de mayo. Mis maestros me enseñaron que los franceses nos quisieron invadir, y todo el pueblo se levantó contra ellos. El alcalde de Mostotes dio el bando; los capitanes de artillería Daoiz y Velarde se pusieron al frente, las ciudades de Gerona y Zaragoza resistieron con bravura; mi paisano Martín el Empecinado organizó a las gentes de la ribera del Duero, para luchar todos contra el francés. Y los niños y las mujeres cantaban “la Virgen del Pilar dice que no quiere ser francesa, que quiere ser española en la tierra aragonesa” En Bailén, tierra andaluza, los invasores quedaron maltrechos. Ya nos les quedaba a los franceses más que la retirada. En las Cortes de Cádiz se afirmó la soberanía de todo el pueblo español frente a aquellos que pudieran tener la tentación de vender España a traidores, para no repetir aquella miserable historia
También en esta semana hemos celebrado la fiesta de S. Isidoro de Sevilla que me ha llevado a recordar la historia en que este gran obispo presidiendo concilios y escribiendo libros fue consiguiendo la unidad de la España visigótica.
Y esta semana también la presidenta de la Comunidad de Madrid, como otra Agustina de Aragón, con toda bravura, nos ha recordado que la rebelión de 1808 contra la invasión francesa fue el primer estallido del sentimiento nacional. Todos en aquel entonces se sentían españoles. Y sigue afirmando que Madrid quiere seguir siendo fiel a este sentimiento nacional, todos somos españoles. La Comunidad de Madrid está abierta a todos, quiere ser la tierra de todos. Por este afán universalista Madrid es hoy una comunidad en pleno desarrollo.
En el mismo día en las Cortes de Chaves, en las Cortes de Andalucía, se afirmaba que Andalucía es una realidad nacional diferente, y que su lengua es algo específico. O estas palabras no significan nada, o si quieren significar algo en los que las dicen, es para echarse a reír o a llorar. Vamos a ver ¿en qué lengua escribió García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Rafael Alberti, o José María Pemán?
Así pues no puedo por menos que manifestar que entiendo mejor el lenguaje de Esperanza Aguirre, que el de Manuel Chaves. Creo que para el bien nacional, para sentir que todos somos un gran pueblo, una gran nación, nos ayudan más las Cortes de Cádiz que las Cortes de Chaves, aunque las dos se hayan escrito dentro de la misma “realidad nacional” de Andalucía.