Manuel de Diego Martín
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15 de agosto de 2015
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La diócesis de Albacete tuvo el honor en los años setenta de dar a la Iglesia Española obispos salidos de entre los sacerdotes diocesanos. Recordamos con gran cariño a D. José Delicado, arzobispo de Valladolid; a D. José María Larrauri, obispo de Vitoria, ambos ya fallecidos, que descansen en la paz del Señor. Y a D. Alberto Iniesta obispo auxiliar de Madrid que reside actualmente en la Casa Sacerdotal de Albacete.
Pero tenemos que recordar también a otro obispo, D. Ángel Floro que en el 2007 fue consagrado obispo para pastorear la diócesis de Gokwe (Zimbawe) y que fue el primer obispo de esta diócesis recién creada. La semana pasada han celebrado sus diocesanos las bodas de oro sacerdotales, como allí hacen las cosas, por todo lo alto, sobre todo para mostrarle el cariño que ellos tienen para su obispo, para su “Securo” como ellos dicen.
Ángel Floro nació en el bello pueblo de Ayna. De muchacho sintió la vocación sacerdotal y naturalmente fue al seminario de Albacete. Pasados los años maduró su vocación y sintió que lo suyo era ir a los países de misión. Quería ser cura diocesano pero en las Misiones, por eso no se fue ni con los Padres Blancos ni con los Combonianos ni con otra congregación misionera. Encontró el camino en el Instituto de Misiones Extranjeras de Burgos (IEME). Así pues Ángel dejo el Seminario para irse a terminar sus estudios teológicos en Burgos y prepararse para la misión.
Fue enviado a Zimbawe y allá pasó sus años animando diferentes misiones y aprendiendo lenguas nativas tan necesarias para el apostolado. Llegó a ser Vicario General de una diócesis y cuando el episcopado del país pensó que había que abrir una nueva diócesis pensaron que era Ángel Floro el mejor candidato para ponerla en marcha y animarla.
El pasado mes tuve la gran suerte de visitar a Ángel Floro, en compañía del Sr. Obispo, de Fernando Zapata, delegado de Misiones y de Pedro Ortuño, rector del Seminario, que a su vez, estuvo muchos años como misionero en Burkina Faso. Ha sido para nosotros un viaje, que ciertamente nos ha marcado, pues estuvo tan lleno de experiencias y vivencias misioneras. ¡Qué gozada visitar teniendo como guía al obispo aquellas parroquias, aquellos colegios de la Iglesia y ver que “Manos Unidas” hizo que fueran posibles, aquellas chabolas en medio de la selva, aquellas celebraciones tan llenas de fe y de vida. Y ver al obispo con esa cercanía, ese cariño hacia todos. Me llegó al alma ver cómo en un poblado una abuelita le pidió al obispo la bendición para su nietecito de ocho años. Sus padres habían muerto de sida.
La semana pasada, en la explanada de la Catedral, los cristianos de Gokwe celebraron los cincuenta años de sacerdocio de su obispo. Asistieron el Nuncio y varios obispos más del país. Me imagino la alegría, las danzas, los cantos, el agradecimiento hacia el su obispo que les ayuda a conocer a Jesús. Y como fondo la hermosa catedral de S. Juan. Una catedral que ha construido el mismo Ángel con la ayuda de la parroquia de s. Juan Bautista de Albacete. Junto al recuerdo y cariño de sus diocesanos, nosotros, sus paisanos, queremos recordarle y pedir al cielo que siga haciendo todo el bien posible en esa diócesis africana.