Manuel de Diego Martín
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16 de junio de 2012
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El día 4 de junio, a las seis de la tarde, después del funeral presidido por nuestro Obispo D. Cariaco, acompañado por diez obispos y más de un centenar de sacerdotes, D. Ireneo García Alonso, obispo emérito de Albacete recibía cristiana sepultura en la misma Catedral, en la cripta preparada para ello en la capilla de la Virgen de los Llanos.
El 25 de enero de 1969, D. Ireneo, nacido en un pequeño pueblo de Burgos, pero afincado en la diócesis de Toledo, llegaba a sus cuarenta y cinco años a Albacete para tomar posesión de la sede episcopal que dejaba su primer obispo D. Arturo Tabera. Recuerdo aquella tarde en que lleno de juventud fue consagrado obispo por el Nuncio Dadaglio, y recibió las insignias episcopales del anillo, la mitra y el báculo, con la misión de pastorear la Iglesia de Albacete.
Cuarenta y dos años mas tarde esas insignias estaban sobre su féretro. El pastoreo aquí entre nosotros duró solamente doce años. Años gastados en servir a nuestra diócesis. Pocos años, sí, pero muy intensos, difíciles, llenos de incertidumbres y esperanzas. Eran los tiempos de poner al día las enseñanzas del Concilio. Fueron también los tiempos de las grandes transformaciones políticas. Todos estos vaivenes de luces y sombras no podían por menos que repercutir en su corazón de pastor bueno.
Pocos años pues en la brecha del pastoreo activo. El Señor quiso ponerle en otra brecha. Una enfermedad imparable hizo que D. Ireneo pidiese la renuncia que le fue aceptada por el Papa. Y desde ese momento se puso a servir a nuestra querida iglesia diocesana de otra manera. Lo hizo desde la Cruz de la enfermedad que ha durado treinta y dos años. Muchos de ellos crucificado en la cama, en el silencio más absoluto, con la sonda que lo alimentaba, las manos para acariciar y la mirada viva para mostrar todo su cariño y amor hacia todo y hacia todos. La fuente de gracias que ha supuesto la enfermedad de D. Ireneo, para nuestra diócesis, solamente desde la fe lo podemos imaginar.
D. Ireneo, como tu nombre indica, hombre de paz, bueno, humilde, paciente, piadoso, con un gran saber teológico y un gran sentido humano. Descanse en paz en la Capilla de los Llanos, junto al Sagrario y al lado de Virgen, sus dos grandes amores. Puesto que lo tenemos tan cerca, lo recordaremos muchas veces. Y desde el cielo Ud. seguirá recordando siempre a su querida diócesis de Albacete.