Mons. D. Ángel Fernández Collado
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23 de octubre de 2021
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[fusion_dropcap color="var(--awb-color2)" class="fusion-content-tb-dropcap"]S[/fusion_dropcap].I. Catedral de Albacete, 24 de octubre de 2021
Estamos celebrando el Domingo del DOMUND, el Domingo Mundial de las Misiones. En esta Jornada recordamos que la Iglesia de Jesucristo es por naturaleza y esencia eminentemente misionera, evangelizadora. Esta es su tarea, su misión. La misión de todos, niños, jóvenes y adultos recibida el día de nuestro Bautismo. En ese día nos incorporamos a la Iglesia, la familia de los hijos de Dios, y en ella recibimos la llamada a ser misioneros evangelizadores. Recordamos las palabras de Jesús: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). “Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28,19-20).
Por tanto, la misión o tarea de un cristiano, niño, joven o adulto, con la fuerza en nosotros del Espíritu Santo, es la de evangelizar, la de anunciar a Jesucristo y su Evangelio, la de dar a conocer sus enseñanzas, su vida, Pasión, Muerte y Resurrección, y enseñar a los que lo van conociendo a vivir como cristianos en la Iglesia y en el Mundo. Somos pues elegidos y llamados por Dios para ser sus apóstoles y misioneros.
Esta Jornada misionera es una llamada de atención sobre la responsabilidad común de todos los cristianos en la evangelización del mundo y, a la vez, una forma de apoyar con la oración y económicamente a los misioneros en su labor evangelizadora, desarrollada entre los más pobres.
Todos los cristianos y, especialmente, los misioneros por vocación, son los encargados de dar a conocer el mensaje de Jesús en los llamados territorios de misión, especialmente en aquellos lugares del mundo donde el Evangelio aún no es conocido y donde la Iglesia Católica aún no está establemente asentada o constituida. La actividad pastoral, asistencial y misionera de los territorios de misión depende en gran manera de los donativos y ayudas que se reciben con motivo de esta Jornada Misionera (DOMUND), Por ello se nos pide que seamos generosos con nuestros donativos
Hoy rezamos juntos y recordamos a los miles de misioneros repartidos por todo el mundo y, especialmente, a los casi 50 misioneros/as de nuestra diócesis. Estamos cercanos a sus personas, necesidades y estamos muy orgullosos de ellos. Les admiramos por su entrega, compromiso evangelizador y donación de sus vidas al servicio de la misión. Y les ayudamos económicamente a realizar los proyectos de ayuda que más necesitan. Ellos escucharon la llamada de Dios y, como María, respondieron generosamente: “Aquí estoy, envíame”.
Si miramos a nuestro alrededor enseguida nos damos cuenta de que todavía hay mucha gente que no conoce a Jesucristo, ni a su Evangelio, ni a su Padre celestial, Dios todopoderoso. Por eso es tan urgente la misión ad gentes, la tarea de evangelizar, de dar a conocer a Jesucristo, su persona y su Evangelio. La Iglesia ha nacido para evangelizar. El Domingo Mundial de las Misiones, el Domund, es una celebración destacada en la que los fieles de los diferentes continentes del mundo se comprometen con oraciones y gestos concretos de solidaridad a ayudar a las Iglesias jóvenes en territorios de misión. Se trata de una celebración de gracia y de alegría. De gracia, porque el Espíritu Santo, enviado por Jesucristo a su Iglesia, ofrece sabiduría y fortaleza a aquellos que son dóciles a su acción, convirtiéndose en apóstoles y discípulos misioneros. Y celebración de alegría, porque Jesucristo, Hijo del Padre eterno, enviado para evangelizar al mundo, sostiene y acompaña nuestra obra misionera.
Jesús envía a sus discípulos a evangelizar, en diversas ocasiones de dos en dos, apoyándose mutuamente, a anunciar que el Reino de Dios había llegado, y a preparar a los hombres al encuentro con Jesucristo, salvador y redentor.
Sin embargo, no basta sólo con conocer el contenido del mensaje evangélico. Hemos de impregnarnos y dejarnos transformar por él. Jesucristo, quiere guiarnos hacia alturas espirituales insospechadas en nuestras vidas. Quiere hacernos felices de verdad. Todos como cristianos estamos llamados a esta misión eclesial, a evangelizar, a dar a conocer a Jesucristo, su Evangelio y su Iglesia. Dios quiere contar con nosotros y nos infunde fuerza para llevar adelante la tarea misionera, pero no debemos olvidar que la eficacia y el éxito de este envío depende directamente de Dios. Es Él quien hace que se produzcan frutos visibles, si colaboramos con él siguiendo sus indicaciones. Hay que confiar y vivir y realizar la tarea misionera con fe.
Jesús, nuestro Maestro, enseña no sólo con discursos y teorías, sino también con obras a través de las cuales la gente entendía que el Reino de Dios se hacía presente entre los hombres. Desde el comienzo de sus predicaciones lo vemos curando enfermos, expulsando demonios y haciendo milagros. Ahora nos envía a nosotros, sus apóstoles y discípulos misioneros, a predicar y a dar testimonio de su amor y presencia en nuestras vidas. Nos encomienda la misión de predicar aquello que hemos visto, oído y experimentado junto a Él.
Y esto es precisamente lo que debemos vivir nosotros como cristianos, pues experimentamos el amor de Dios en nuestras vidas y somos testigos de los milagros que Él obra en nuestro entorno. Y de ahí surge nuestro envío misionero. Jesús nos envía a anunciar a los demás todo lo que hemos oído, visto y experimentado en nuestro camino de aprendizaje junto a nuestro maestro, Jesucristo. “Se testigo de Jesucristo y de su Evangelio, y cuéntalo con tu vida”.
No tengamos miedo de aceptar seguir a Jesús, no tengamos miedo de hacer lo que Él hizo. En el evangelio de san Mateo leemos que: «[Jesús] andaba por toda Galilea, enseñando en las sinagogas, y proclamando la buena nueva del Reino de Dios, y curando a la gente de toda enfermedad y dolencia» (Mt 4, 23).
Pidamos a la Virgen María, Madre y protectora de las Misiones que acompañe nuestro caminar de manera que sepamos llevar a muchos, como sus misioneros, el anuncio de la Buena Noticia del Evangelio, de la persona de Jesucristo y de su Iglesia.
Ángel Fernández Collado
Obispo de Albacete