+ Mons. D. Ciriaco Benavente Mateos

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6 de junio de 2015

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Queridos diocesanos: En la fiesta del Corpus, a la vez que proclamamos y adoramos la presencia de Cristo en la Eucaristía, celebramos el Día Nacional de Caridad. Son realidades inseparables, que mutuamente se reclaman y se explican.   

Hay que atravesar el velo de los signos sacramentales del pan y del vino para descubrir el misterio que nos llena de asombro y alegría, que hace latir nuestro corazón con gratitud inmensa: Un Dios que nos ama hasta el disparate de encarnarse; un Cristo que toma su propia vida y nos la entrega hasta dejarse moler para ser pan de vida y vino de redención. La eficacia de la Palabra y la acción del Espíritu hacen posible que Cristo, ya resucitado y glorioso, se siga ofreciendo en alimento de comunión y fraternidad con todos los que creen en él.

La Eucaristía es como el banquete del Reino anunciado por los profetas. Es profecía y anticipo, en nuestra tierra, de la mesa y de la fiesta que el Padre prepara en su Reino para todos sus hijos. Por ser la fiesta de la entrega de Dios es el día por excelencia de la Caridad; no podemos dejar de percibir el imperativo sagrado de fraternidad, de comunión de bienes materiales y espirituales que brota de la Eucaristía.

No perdamos de vista nunca la centralidad e importancia de la Eucaristía en la vida de la Iglesia. Bien celebrada y vivida no sólo nos une estrechamente a Cristo; nos une también a los hermanos. De la Eucaristía han brotado, desde los inicios mismos de la Iglesia, los gestos más gratuitos de amor y los compromisos más radicales en favor de los indigentes. 

Sigue manteniendo plena vigencia la Carta Apostólica de san Juan Pablo II; con motivo del Año de la Eucaristía, “Mane nobiscum, Domine” (“quédate con nosotros, Señor”). Sus tres capítulos centrales, que presentan la Eucaristía como misterio de luz, como fuente y epifanía de comunión y como principio y proyecto de misión pueden ayudarnos a redescubrir con gozo la presencia viva del Señor en el pan y el vino eucarísticos, la importancia de la misa dominical, que hay que redescubrir y revalorizar, y el dinamismo de comunión, de misión y de solidaridad que la participación activa en la Eucaristía comporta. “Es de desear  vivamente– dice el Papa- que se haga un especial esfuerzo por redescubrir y vivir plenamente el Domingo como día del Señor y día de la Iglesia….Precisamente en la Misa es donde los cristianos reviven de manera particularmente intensa la experiencia que tuvieron los Apóstoles la tarde de Pascua, cuando el Señor se les manifestó estando reunidos (cf. Jn.20, 19)”.        

Decía que en la fiesta del Corpus se celebra también el Día Nacional de Caridad. “La Eucaristía – dice el papa en el documento citado– no sólo es expresión de comunión en la vida de la Iglesia; es también proyecto de solidaridad para toda la humanidad… Nuestro Dios ha manifestado en la Eucaristía la forma suprema del amor, trastocando todos los criterios de dominio… No podemos hacernos ilusiones: Por el amor mutuo y, en particular, por el amor a los necesitados se nos reconocerá como verdaderos discípulos de Cristo (cf Jn. 13,35; Mt. 25,31-46). En base a este criterio se comprobará la autenticidad de nuestras celebraciones eucarísticas”

Ninguna comunidad realiza íntegramente su misión si no anuncia el evangelio, si no celebra la fe y ora, si no sirve con amor a los más necesitados. Las permanentes enseñanzas del Papa Francisco sobre la caridad, así como las contenidas en la reciente instrucción pastoral de los obispos españoles “la Iglesia, servidora de los pobres” son claras y determinantes a este respecto.  

 Caritas es el organismo diocesano de coordinación y canalización eficaz de la acción caritativa de nuestra Iglesia. El día Nacional de Caridad es una oportunidad privilegiada para reconocer y valorar el servicio de Caritas y de otras organizaciones católicas afines y para promover la comunión cristiana de bienes. Caritas con su campaña “Ama y vive la justicia” nos invita a construir una nueva fraternidad. “No podemos vivir- nos dice- de espaldas a los millones de personas que no tienen trabajo en nuestro país, ni a los 845 millones de personas con hambre crónica en el mundo, ni a los innumerables emigrantes que se ven obligados a salir de su tierra buscando un futuro mejor”.

Agradezco la entrega de los cerca de 1500 voluntarios de Caritas en nuestra Diócesis. Sin su entrega y sin la comunicación cristiana de bienes que se viene dando por parte de nuestras comunidades y de los numerosos amigos de Caritas, la crisis que hemos vivido  y que muchos siguen viviendo hubiera sido insoportable. ¡Gracias a todos!          

Os invito a todos los diocesanos a ofrecer vuestro mejor homenaje de fe y gratitud al Señor, que en la Eucaristía nos dejó repartido, como trozos de pan, su propio corazón. Y os invito a colaborar con este ministerio pastoral que es Caritas, mediante el cual promovemos y garantizamos la responsabilidad de nuestra Iglesia particular en la promoción, armonización y actualización de la Acción Socio-caritativa, como parte esencial de su acción evangelizadora. Colaboremos todos – nos dice Caritas- para “hacer posible lo imposible”.