Mons. D. Ángel Fernández Collado

|

18 de febrero de 2024

|

222

Visitas: 222

Muy queridos diocesanos:

Comenzamos el tiempo de la Cuaresma, durante el cual nos vamos preparando para conmemorar la Pascua de Jesucristo el Señor. Como todos los años, la Iglesia nuevamente nos está convocando a prepararnos con la oración, el ayuno, y la caridad. Así podremos purificarnos y renovarnos internamente para manifestar que estamos en actitud de conversión. No resulta fácil hacerlo, pues vivimos en un mundo que busca no sólo separarnos de Dios, sino también encandilarnos con las luces y candilejas de falsos conceptos de felicidad y desarrollo personal. Se ha seguido profundizando una propuesta individualista y los grandes poderes de la sociedad, a nivel internacional y nacional, nos están invitando a vivir de apariencias, como si estuviéremos protegidos en sus “cúpulas de cristal” o sus “burbujas” donde se aparenta estar bien por disfrutar sólo de lo material.

Frente a todo esto, la Cuaresma se nos presenta como un tiempo de gracia, en el que solemos hacer penitencias o actividades evangelizadoras, sociales, religiosas. Todas ellas apuntan a que nos preparemos para la Pascua y ayudemos a otros a hacerlo. Pero no caigamos en la tentación que nos está colocando el mundo. Es necesario organizar dichas acciones, pero no para demostrarnos que sí somos capaces, o para tranquilizar nuestras conciencias con ellas, si ésa es nuestra motivación estaremos creando también nosotros una “burbuja” dentro de la cual nos regodeamos por lo que podemos hacer y de manera organizada, hermosa y efectiva.

Este hermoso tiempo de Cuaresma no es para desarrollar una religiosidad individualista. Somos miembros de una Iglesia “comunión” que experimentamos en nuestras familias, parroquias y/o comunidades. No tengamos miedo de ser colaboradores de Dios en la creación y fortalecimiento del “Gran Nosotros”. Éste no es utopía, sólo requiere la decisión de cada uno particularmente y con sentido de pertenencia a la Iglesia Católica, Universal, para dar el paso. Es el “Gran Nosotros” de los hijos de Dios, con el cual demostramos que todos somos hermanos formando una fraternidad, solidaridad y caridad.

Invito a todos a hacer de la Cuaresma 2024 un tiempo de auténtica conversión: salir de nosotros mismos, venciendo mediocridades y tibiezas, dejando de lado el conformismo y demostrando que somos capaces de ir al encuentro de Cristo y de la Iglesia, apoyados por nuestra Diócesis, parroquias o/y comunidades.

Os deseo de corazón una gozosa y santa Cuaresma de conversión y misericordia. Que Dios os bendiga.

 

Ángel Fernández Collado
Obispo de Albacete