Pablo Bermejo
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28 de junio de 2008
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Los últimos ataques mediáticos contra la Iglesia en algunos espacios de la cadena de televisión La Sexta han llegado a tal extremo que hace poco leía en un periódico que dos marcas de cerveza habían retirado su publicidad de esos espacios. ¿Y por qué les preocupa a esas empresas estos ataques a la Iglesia? ¿Se supone que su mayoría de consumidores son cristianos y se sentirán atacados? Claro que no. Es simplemente una cuestión de ética. La Sexta es una cadena que da prioridad al humor y lo hace muy bien; pero también, es el humor una de las mejores armas voluntarias o involuntarias para que la gente baje sus defensas y les digan qué es lo que está bien visto y qué es tan ridículo que sólo sirve para reírse de ello. Así, han hecho que en varios monólogos y programas humorísticos uno de los temas frecuentemente recurridos sea la Iglesia Católica. Por supuesto, esta es la única religión de la que se hace humor y crítica. El resto de religiones, de lo cual nos alegramos todos los cristianos, son profundamente respetadas.
Por otro lado, escucho los intentos de oscurecer la imagen de La COPE. Cuando escuchamos el nombre de esta emisora de radio, a todos nos viene a la mente el programa “La Mañana” de los días laborables. Pero esta emisora es mucho más, y presenta varios programas que intentan acercar la Iglesia a sus oyentes.
Para reírse y criticar a la Iglesia, los artistas (que simulan ser incultos) siempre hacen referencia a la actuación de la Iglesia en la Edad Media. Aquí pongo una cita de Albert Einstein, respecto al comportamiento de la Iglesia hace mucho menos tiempo:
“Siendo un amante de la libertad, cuando la revolución estalló en Alemania, miré con confianza a las Universidades, sabiendo que éstas se habían siempre enorgullecido de su devoción a la causa de la verdad. Pero las Universidades fueron acalladas. Entonces miré hacia los grandes editores de los periódicos que, en fogosos editoriales, proclamaban su amor por la libertad. Pero también ellos, como las Universidades, fueron sofocados en pocas semanas. Sólo la Iglesia permaneció en pie para bloquear el paso a la campaña de Hitler para suprimir la verdad. Nunca antes había tenido un interés particular hacia la Iglesia, pero ahora nutro un gran afecto y una gran admiración hacia ella, porque solo la Iglesia ha tenido el valor y la obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad moral. Confieso que ahora alabo incondicionalmente aquello que una vez desprecié.”
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