Juan Iniesta Sáez

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31 de diciembre de 2022

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Cuando monto el belén en casa o en la parroquia, seguro que a vosotros también os pasará, muchas veces he procurado hacer un pequeño ejercicio: ponerme en el lugar de los diversos personajes representados por esas figuras. Es una actitud que San Ignacio nos invitaba a adoptar muy a menudo cuando nos quería sumergir en una escena evangélica y nos llamaba a la contemplación.

En el evangelio de este primer día y domingo del año (¡qué buen año se abre ante nosotros, cuando lo comenzamos con “el día del Señor”!), podemos hacer ese ejercicio de contemplación con algunas de esas figuritas. En concreto, el evangelio menciona tanto a los pastores, como colectivo, como a María y con ella a José. Veamos un poquito sus actitudes y dejémonos interpelar por ellas.

Los pastores, que cuidaban de sus rebaños y se ven sobresaltados por la gran noticia del nacimiento del Mesías, se comportan ellos mismos un poco como un rebaño. La noticia les moviliza, los corazones arden de gozo y lo expresan “corriendo” hacia el pesebre donde descubren la maravillosa escena. Corriendo, comenzaron a contar a los presentes lo que habían oído de ese niño. corriendo y alegres, volvieron a sus respectivos sitios, dando gloria y alabanza a Dios por lo visto y oído.

No está mal esa prisa, que lo es por corroborar y difundir la alegre noticia. Pero no es la mejor actitud. Tampoco para nosotros, que, entre tanta celebración gozosa, con sus preparativos, con sus re-encuentros, podemos andar “como pollo sin cabeza”. María, por su parte, “guardaba en su corazón”, como tantas veces, ese tesoro de sentimientos del que tantas veces tendría que enriquecer su vida y la de los que la rodeaban.

No perdamos la actitud contemplativa, el gozo sosegado y el saborear los mínimos detalles, también en este tiempo de ajetreo, pero de tantas riquezas que se nos abren para este año que comienza. ¡Feliz y providente año para todos!

Juan Iniesta Sáez
Vicario Episcopal Zona Sierra