Francisco San José Palomar
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28 de mayo de 2022
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No podemos olvidar que estamos en el Tiempo Pascual. Jesús, el Maestro después de su muerte, una vez resucitado se ha prodigado ante sus discípulos con diversas apariciones que les ha confirmado en la fe en Él, les ha llenado de esperanza y ha originado en ellos un profundo amor a su persona.
La despedida que van a presenciar de su “subida al Cielo” no les entristece. Era una despedida gloriosa y les llena de alegría, como así lo refleja san Lucas “y se volvieron a Jerusalén con gran alegría”. (Lc 24, 50)
La Liturgia de esta festividad desea, por parte de la Iglesia, que la vivamos con genuino gozo cristiano, alegrándonos del final glorioso de nuestro Salvador, que ha subido a lo más alto de los cielos, pero que de ninguna manera se desentiende de nosotros. El salmo responsorial mantiene ese tono: “Dios asciende entre aclamaciones, el Señor al son de trompetas”.
Los Padres de la Iglesia presentan la ascensión de Cristo como anuncio o promesa de la bienaventuranza eterna: Cristo sube a los cielos a fin de preparar allí la acogida de los justos.
Por eso, la oda de Fray Luis de León a la Ascensión reflejando tristeza, dicho sea de paso, nos choca.
Los creyentes debemos disfrutar de esta festividad de la Ascensión del Señor al modo de los apóstoles.
El teólogo K. Rahner escribió: “Porque quería estar junto a nosotros se fue y se ha llevado consigo lo nuestro.Porque Él fue glorificado ha llegado a estar y ser próximo a todas las cosas y todas a Él”.
El evangelio de Lucas relata con todo detalle ese singular momento de la Ascensión del Señor. No falta nada, la bendición de Jesucristo, su vuelo hacia las alturas, la veneración de los apóstoles y su gran alegría ante este acontecimiento.
“Después los sacó hacia Betania y, levantando las manos, los bendijo”.
“Y mientras los bendecía se separó de ellos, subiendo hacia el cielo”. “Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría. (Lc 24, 50 – 53)
Para nosotros hoy la Ascensión del Señor que culmina su existencia salvífica entre los hombres “bendiciendo” debe constituir un profundo motivo de gozo.
La festividad de la Ascensión del Señor, con su relevancia litúrgica, debe contagiarnos de esperanza y ser un estímulo en la vida pastoral de la Iglesia que camina por la historia de los hombres.
Francisco San José Palomar
Sacerdote diocesano