Manuel de Diego Martín

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22 de noviembre de 2014

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Ayer en la Catedral se celebró una solemne Eucaristía presidida por el Sr. Obispo y concelebrada por un numeroso grupo de sacerdotes, unos religiosos y otros del clero diocesano, y muchos fieles venidos de todos los rincones de la Diócesis para prepararnos a vivir el Año de la Vida Consagrada proclamado por el Papa Francisco.

¿Qué es la Vida Consagrada? El otro día el en la reunión del Consejo Pastoral Diocesano se habló del tema. Alguien decía muy acertadamente que a los religiosos y monjas se les conoce por lo que hacen, no por lo que son. Y es verdad. Estamos de acuerdo en que los religiosos hacen muchas cosas buenas para la sociedad, como las hacen las diferentes ONGs, pero ellos son algo más que lo que hacen. Una mamá decía que a sus hijas no les hablaba de la vida religiosa, no sea que se marchen de monjas. Para hacer el bien tienen cualquier voluntariado y yo las puedo tener cerca de mí.

Los consagrados no sólo hacen cosas buenas, claro que las hacen. Pero son ante todo testigos del amor de Dios. Ellos han entregado su vida enteramente al Señor para seguir en radicalidad el camino de Jesús y vivir como El vivió. Como nos dice la Exhortación “Vida Consagrada” ellos son un canto permanente a la Sma. Trinidad, con sus vidas nos ofrecen un signo de lo que es vivir en comunidad fraterna, y son, a su vez, un servicio permanente de caridad en el mundo. Dicho con otras palabras un poco más técnicas, ellos son memoria y profecía para nuestro mundo. Son memoria porque nos hacen recordar de dónde venimos, quién nos ha creado y redimido y quién da sentido a nuestras vidas. Y son profecía porque nos hacen entender que nuestro destino son los cielos nuevos y la tierra nueva que el Señor quiere darnos.

¿Qué objetivos pretende el Papa con este año? Que los cristianos lleguen a comprender lo que los consagrados son en sí mismos y den gracias a Dios por ello. En segundo lugar, nos invita a vivir el futuro con esperanza. A veces nos preocupa la sequía vocacional, pensamos que nos vamos a quedar sin religiosos. No, de ninguna manera. Lo que importa es renovar nuestras comunidades cristianas y surgirán vocaciones. En tercer lugar nos invita a vivir el presente con pasión. Los que de verdad viven su consagración a Dios, llevan su amor a  los hermanos. Recordemos el caso de Teresa de Calcuta. Cuanto más amemos a Dios, más nos entregaremos a trabajar por el reino de Jesús. Hoy fiesta de Cristo Rey, celebramos que su reino es un reino de justicia, fraternidad y paz. Vivir con pasión el presente es trabajar por este reino que tanto necesita el mundo de hoy.