Manuel de Diego Martín
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15 de julio de 2006
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Decía Cervantes que la victoria de Lepanto había sido la más alta ocasión que vieron los siglos. Yo no me atrevo a decir tanto del V Encuentro Mundial de las Familias celebrado en Valencia y presidido por el Papa Benedicto XVI. Pero sí me atrevo a afirmar que este Encuentro ha sido una gran ocasión para nuestro tiempo.
He asistido al mismo y he participado durante todos estos días en todas aquellas cosas que las veinticuatro horas del día me lo permitían. Resumir todo lo vivido es difícil. Intentaré resumirlo en cuatro momentos que considero importantes.
En primer lugar el Congreso teológico. Durante cuatro días, de nueve de la mañana a las nueve de la noche, se desarrollaron multitud de actos ante la asistencia en la enorme sala de plenario donde nos encontrábamos más de nueve mil participantes. Allá escuchamos conferencias, comunicados y experiencias sobre la familia de gentes venidas de los cinco continentes.
Venidos desde Nueva Zelanda a Estados Unidos, desde el Brasil a Moscú, desde Asia hasta la Comunidad Europea, desde África hasta Oceanía diferentes teólogos, filósofos, economistas, expertos en bioética, en demografía y en todas las ciencias humanas nos iluminaron desde diferentes ángulos el tema de la familia. Pasaron por la tribuna hasta una candidata a la presidencia de la República francesa, o una eurodiputada cristiana ortodoxa, hasta simples padres de familia que desde la experiencia tenían algo importante que comunicar.
Por la tribuna pasaron también grandes fundadores de los movimientos laicales de nuestro tiempo que hoy están extendidos por todo el mundo y que tienen una gran incidencia en la familia como las son las Comunidades Catecumenales, Comunión y Liberación, las Comunidades de S. Egidio, los Focolaris, y otras menos conocidas por nosotros. Escuchamos tantas y tan diferentes voces, pero todas con un denominador común: La familia tal como la ha entendido siempre el pensamiento cristiano es una piedra fundamental e insustituible en la construcción de la nueva humanidad.
El viernes por la noche tuvo lugar el impresionante rosario en la playa de la Malvarrosa. Según dicen unos trescientos mil con antorchas en las manos, cantando y recitando las avemarías del Rosario cuyos misterios en grandes escenarios representaron los niños que lo hicieron como los ángeles. Además, el sábado la Vigilia de los testimonios presidida por el Papa y la solemne Misa de clausura que ya todos conocéis por la tele y por la radio.
Así pues si este Encuentro no ha sido la más alta ocasión de los siglos sí que ha sido una gran ocasión en el año 2006 para afirmar ante el mundo entero que la familia cristiana es un valor para la humanidad.