José Joaquín Tárraga

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23 de marzo de 2019

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Un grupo se acerca a Jesús para advertirle donde se está metiendo. Algunos galileos han muerto en manos de Pilato y esto puede pasar al mismo Jesús y su gente si siguen “alterando” con su predicación. Jesús, más que venirse atrás, advierte de otro accidente en la Torre de Siloé donde han sido aplastados dieciocho personas. Debajo de cada uno de estos hechos está el cómo interpretar el signo de los tiempos, las cosas que ocurren, no cómo castigos divinos al pecado personal y al actuar de la gente sino como un misterio que debe ser interpretado a la luz del evangelio y de la llamada constante a la conversión.

El dilema de siempre: por qué a unos la vida les va bien y a otros la vida les va mal. Cuántas veces escuchamos: “¿Qué habré hecho yo para merecerme esto?” Y el silencio reina en ese instante cuando acaba la pregunta.

Hoy Jesús nos recuerda que este modo de pensar no es válido. La vida no hace balanza por cómo nos vaya sino por los frutos que demos. Estamos llamados en nuestra vida a dar lo mejor de nosotros mismos. Una vida en plenitud, que dé frutos, que merezca la pena. Como decía Nico Montero en sus conciertos en nuestra capital: “sacar la mejor versión de nosotros mismos”.

Pero a veces el fruto no acaba de llegar, nuestra vida no acaba de florecer, ni germinar. Son muchas los esfuerzos, las personas que nos ayudan y acompañan, pero nosotros no acabamos de dar el salto y sacar lo mejor de nosotros. Y el Señor tiene paciencia, sigue esperando.

Es cierto que Dios no se cansa de esperar. Tiene paciencia infinita, pero también es cierto, que nuestro tiempo no lo es. Nuestro tiempo es limitado y por eso es la hora de convertirnos, de mirar hacia delante y empezar a que nuestras acciones y decisiones sean liberadoras y transformadoras de la realidad.

Nuestra vida está llena de nombres y acontecimientos. Personas que con sus consejos y enseñanzas han sido, y siguen siendo, abono y estiércol en la tierra para que demos fruto abundante. ¡Cuánta gente buena ha confiado y sigue confiando en nosotros!

Es el momento de vencer miedos, cortar perezas y vicios y empezar a colorear nuestras acciones de colores vivos y esperanzadores. ¡Qué bueno que se siga confiando en nosotros!