Manuel de Diego Martín

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4 de febrero de 2012

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Dice un adagio latino: “Errare humanum est… El errar es humano, lo que es propio del necio es querer permanecer en el error”

Estos días los nuevos ministros están presentando sus nuevos programas de gobierno y las posibles reformas que hagan posible que la justicia, la educación, la sanidad, la actividad laboral y otras áreas de la vida pública puedan funcionar mejor.

Un tema que estaba en la preocupación de muchos y con la que fueron a votar el día 20-N. era el anhelo de la que la actual ley del aborto pudiera cambiar. Al fin parece que van a intentan hacer algo para mejor. Si no pueden volver al punto cero, es decir a ninguna ley abortiva, por lo menos volverán a la anterior ley de supuestos, en la que no se reconoce legal eliminar vidas, pero el Estado aceptaba que en algunos casos no haya sanciones.

La actual ley de plazos es totalmente diferente. Esta ley acepta que hasta un plazo determinado de la gestación, hay barra libre, la mujer puede hacer lo que le venga en gana con su cuerpo y el de su criatura. ¿Quién determina el momento en que un embrión deja de ser un simple conglomerado de células para convertirse en un ser humano? La moderna Biología ciertamente no. Esto tiene que cambiar.

Ojala que la ley de supuestos llegue un día también a superarse. Desde los principios cristianos y la Constitución, la vida, toda vida debe ser protegida. Y añadimos, en primer lugar la de los más indefensos ¿Quién tiene derecho a eliminar a un embrión porque a nuestro parecer no reúne las condiciones dignas de vivir? Las prácticas eugenésicas existieron en la antigua Esparta y en la Alemania nazi y hoy nos da vergüenza recordar tales aberraciones.

Me encontré el otro día con una amiga que milita en una asociación “pro vida” que estaba más alegre que unas pascuas porque me decía había conseguido que una mujer haya aceptado no abortar. Iba a ser la segunda vez y le contó la experiencia de la primera. Fue en un abortorio de nuestra ciudad. Relataba la mujer el ambiente sórdido e inhumano en que se desarrolló todo. “Con respeto le llevad, decía el clásico, cuando llevaban al comendador a la horca”. Si una mujer tiene que abortar que no lo haga en condiciones infrahumanas, mejor que no tenga que llegar a hacerlo. Movilicemos todas nuestras mejores energías de humanismo y justicia para que así sea.