Francisco San José Palomar

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18 de abril de 2020

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El efecto que produjo en los discípulos la muerte en cruz de su Maestro fue devastador. La ilusión que tenían puesta en Él se desplomó totalmente. Todo lo anterior había sido una pesadilla: la compañía, las palabras, los gestos entrañables de Jesús. Todo se había acabado. – Santo Tomás quedó en una situación de “absoluto escepticismo”.Cuando los compañeros le aseguran haber visto a Jesús vivo, “resucitado”, él muestra una desconfianza total y descarnada: “Si no meto mi dedo en sus llagas y meto mi mano en su costado, no creeré”. – A los ocho días se hace presente de nuevo el Maestro, en medio de ellos y, en esta ocasión, Tomas sí está con el grupo. Jesús se dirige directamente a él y le invita a que haga la prueba que deseaba. Entonces conmovido exclama: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús Resucitado le ha recuperado para la fe. –Nuestra fe se apoya en el Misterio Pascual, en el hecho cierto de Jesús muerto y resucitado. Con vigor lo señala San Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido. Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto”. (1 Cor. 15,17-20)

La vida de la primitiva comunidad cristiana, referida en los Hechos de los Apóstoles, constituye un modelo de referencia para la Iglesia de todos los tiempos. “Eran asiduos a la oración y a la enseñanza de los apóstoles, a la fracción del pan, compartían los bienes y daban testimonio con valentía de la Resurrección del Señor”. La consecuencia es que eran bien vistos por el pueblo pues les impresionaba su estilo de vida, su unión y su alegría. -La Iglesia del siglo XXI en nuestro país ofrecerá señales de vitalidad, alegría y testimonio si se aplica – a vivir de la Palabra de Dios, – al cuidado de los pobres, – si da primacía a la caridad en la comunidad – y si, en los caminos de la misión, la acompaña la fe en la fuerza del Resucitado.

El papa Francisco ha instituido para hoy el Domingo de la misericordia con el trasfondo bíblico de sus textos litúrgicos. “Señales de misericordia” son que Jesús recupera a sus discípulos y que la Iglesia primitiva vive de la atención a los pobres y necesitados.