Manuel de Diego Martín
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7 de febrero de 2015
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Se han hecho célebres y han dado pie a muchos titulares, las palabras que pronunció el Papa Francisco cuando dijo aquello de que con el pan no se juega. Se refería el Santo Padre de una manera muy directa a todos aquellos organismos internacionales políticos o económicos que hacen también del pan objeto de especulación y ganancia.
Si todo poder económico y político debe estar orientado al bien común, como nos decía Benedicto en “Caritas in Veritate” y que nunca deben estar al servicio de intereses particulares, con toda razón hay que comprender que dentro del bien común entra como objetivo prioritario el poder comer, así pues qué cruel resulta que un bien tan necesario esté a merced de otros intereses.
De niños, en los años de la post-guerra, nos enseñaron no sólo que con el pan no se juega, sino que el pan no se tira. Incluso, cuando se caía un trozo de pan al suelo, no se tiraba enseguida al cubo de la basura, sino que se recogía del suelo dándole un beso, porque todo pan era para nuestros mayores pan bendito. Tal vez hoy no sucede lo mismo en los hogares. El otro día me comentaba una buena señora lo complicado que era el preparar los bocadillos para sus hijos, ya algunos adolescentes. Si tienes esto, me decía, te dicen que quieren lo otro. Si tienes lo otro, que es mejor esto. A veces temía que al final el bocadillo iba al contenedor del Colegio, porque al chiquillo si tenía unos euros en el bolsillo, le gustaba comprarse otra cosa. De todas las maneras constatamos y vemos cuánto crío hay entre nosotros mal criado que juega con el pan y si es preciso no le importa tirarlo a la basura.
Hoy celebramos la Campaña Nacional de Manos Unidas con este hermoso lema: “Luchamos contra la pobreza. ¿Te apuntas?”. Claro que sí, que nos apuntamos todos. Y hacemos nuestro el proyecto que Manos Unidas nos presenta para este año. En primer lugar queremos denunciar todas las causas de la pobreza. En lo que dependa de nosotros, queremos poner en marcha acciones concretas para acabar con ella. Esto conlleva también plantearnos cuáles deben ser nuestros hábitos de consumo, recordar aquello del vivir sencillamente para que otros sencillamente puedan vivir. Buscar un nuevo modelo de sociedad, como nos recuerda el Papa, que no excluya a los desfavorecidos, a los más empobrecidos ni a los menos dotados.
Nos recuerda la Campaña de este año que tenemos que hacer lo posible para que los medios de comunicación hagan visible la enorme labor, la multitud de proyectos que Manos Unidas lleva adelante en todos los rincones más pobres del mundo para aliviar su situación. Desde esta página también yo quiero hacer visible esta labor humanitaria de Manos Unidas. Diez años estuve en Burkina Faso (Africa) como misionero. Y con qué gratitud recuerdo las obras tan hermosas que hace más de veinte años pudimos llevar a cabo allí. Llevamos adelante proyectos muy importantes en favor de la alfabetización, de la sanidad, de enseñar a las gentes a cultivar las tierra y casi todo lo hicimos con la ayuda de Manos Unidas. Tened confianza que el dinero llega. Y cuando cae en manos de misioneros, esto se multiplica. Claro que sí, construíamos un aula de alfabetización, ellos todos trabajaban, hacer adobes, levantar paredes el dinero se empleaba, para el cemento, las puertas y ventanas de hierro, las planchas del tejado, el material escolar.
Tengo la gran satisfacción de que los donativos que se recojan este año en la Diócesis de Albacete irán destinados a construir un colegio de segunda enseñanza, precisamente en una región de Burkina Faso. Ciertamente, estoy seguro que lo necesitan.