Juan José Fernández Cantos
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21 de diciembre de 2025
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La identidad cristiana tiene su origen en el bautismo: sacramento de la nueva vida, que nos incorpora a la Iglesia y nos llama a ser comunidad fraterna. El obispo de Albacete nos invita a vivir con gozo esta realidad, no como un ideal abstracto, sino como una misión concreta que se traduzca en experiencias comunitarias, acciones de caridad y vivencia diaria del Evangelio.
La alegría bautismal nace del encuentro personal con Jesús, pero se expresa plenamente en la comunión con los demás. No se trata de una felicidad superficial, sino de una profunda paz interior que brota de saberse amado por Dios y enviado a amar en el mundo. Esta alegría se hace visible en las parroquias de nuestra diócesis cuando los bautizados asumimos nuestra vocación bautismal, participando activamente en la vida de la Iglesia y sintiéndonos corresponsables de su misión evangelizadora.
Pero muchas veces nos preguntamos: ¿cómo vivir esta alegría y construir fraternidad? La Iglesia de Albacete pone nuestra disposición diversos medios que pueden fortalecen los vínculos y fomentan la vivencia comunitaria:
- La Eucaristía dominical. La Eucaristía no solo nos une a Cristo, sino también entre nosotros, como un solo cuerpo en la fe.
- Grupos parroquiales y movimientos eclesiales. La diócesis cuenta con múltiples grupos de jóvenes, adultos, catequesis familiar, coros, lectio divina y movimientos que generan espacios de encuentro, crecimiento humano y espiritual, y apoyo mutuo.
- Formación permanente. Mediante el Instituto Teológico Diocesano se acompaña a los laicos para descubrir su identidad bautismal y cómo responder a los desafíos actuales desde una fe madura y comprometida.
- Acción social y voluntariado. Servir a los más vulnerables -en comedores sociales, atención a inmigrantes, acompañamiento a enfermos- es una forma concreta de encarnar la fraternidad cristiana. El Obispado y Cáritas Diocesana impulsan proyectos que movilizan la solidaridad de toda la comunidad.
- Acompañamiento personal y comunitario. La escucha pastoral, los retiros y las experiencias de oración comunitaria fortalecen el sentido de pertenencia y apoyo fraterno entre los bautizados.
Vivir la alegría bautismal es, por tanto, una tarea cotidiana: reconocer a Cristo en la propia vida y en el rostro de los demás, acogerse unos a otros y fomentar relaciones que reflejen el amor de Dios. Así, la Diócesis de Albacete se convierte en un laboratorio vivo de fraternidad evangelizadora, donde cada bautizado es llamado a ser signo de esperanza y comunión en la sociedad.






